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LA VENTANA

El rey del río

El rey del río

Encuentra a la persona adecuada y te podrá hablar de la época en la que los trabajadores iban a la huelga para exigir que, en su rancho diario, no se repitiese el salmón más de una vez por semana. Esa misma persona, u otra que ya cuente unos cuantos años, te podrá referir los tiempos en que el mayor aprovechamiento que se daba al pixín era para abonar las tierras.

La pesca, junto con la caza, fueron las primeras ocupaciones que tuvo el ser humano sobre la Tierra y fueron durante siglos fuente primordial de alimentación. En la actualidad sigue siendo una profesión la pesca en el mar, cada vez más amenazada por una explotación excesiva y por la contaminación. Por su parte la pesca de río ha quedado reducida al deporte.

Los ríos fueron siempre una dádiva que la naturaleza puso al servicio de la humanidad, otorgándonos graciosamente el agua, la energía y los peces. Hace tiempo que hemos desdeñado su fuerza para realizar trabajos, cada vez sus aguas son menos puras y corremos el riesgo de queden exentos de vida.

En estos momentos, en plena campaña salmonera, nos vemos obligados a contemplar cómo los ríos de nuestra zona presentan unas cifras de capturas alarmantes, paupérrimas las Eo y sobrecogedoras las del Esva. Otro tanto podemos decir de los ríos menores y de la tan apreciada trucha. Asturias es una de las pocas comunidades de España, y del Mundo, donde todavía se puede ver a su majestad el rey de los ríos. Perder esa riqueza sería una catástrofe imperdonable.Pongámonos todos a alborotar a cual más fuerte, pongámonos a parir y a repartir culpas por doquier. Culpables son los ribereños que llevan toda la vida utilizando artes prohibidas y esquilmando la población piscícola. Culpables son las industrias y particulares que vierten al rio toda clase de residuos. Culpables son los titulados y ecologistas que se fundamentan en principios teóricos sin valorar nada la práctica y la experiencia. Culpable son los aficionados de cuello blanco que no reparan en medios lícitos o ilícitos para lograr poner un salmón en su mesa. Culpable es la administración que a golpe de boletín nada logra que valga la pena. Y menos culpable es la naturaleza.

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