El rebrote de La Mariña lucense y el nuevo protocolo aprobado por el Principado para la celebración de fiestas y otros eventos dio al traste con los planes de la parroquia de Tapia para celebrar de forma más modesta la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, patrona de la villa. Toda vez que la Comisión de fiestas (Sofitapia) y el consistorio acordaron a mediados de junio la suspensión de los festejos, se mantenía la esperanza de celebrar un oficio religioso al aire libre que incluyera una ofrenda a los marineros en el puerto. Sin embargo, el miedo a las aglomeraciones ha hecho limitar la celebración al máximo: solo se harán seis misas el jueves en el interior de la iglesia y con aforo limitado a setenta personas.

"Es el único margen de maniobra que tenemos. Es un desastre, pero no nos queda otra. Nada tiene que ver con el Carmen de siempre", lamentaba ayer el párroco Jorge Luis Fernández. Los nuevos planes de la parroquia incluyen seis misas, que serán idénticas, "para que la gente elija la que más le guste y no se amontone". Es decir, no habrá misa solemne como es habitual y la patrona no saldrá en procesión ni pisará el exterior del templo. Sí que estará en la sede presidencial de la iglesia, vestida con sus ropas de gala.

Los oficios previstos serán a las diez, a las once, a las doce, a la una, a las siete y a las ocho de la tarde. Tendrán una duración de media hora y no incluirán ni coro, ni música de gaita. Deberán cumplirse los horarios ya que, tras cada celebración, tocará desinfectar la iglesia para el siguiente turno. También en la víspera están previstas dos misas: a las ocho y a las nueve.

El presidente de Sofitapia, Leonardo Pérez, también lamenta que Tapia haya tenido que renunciar este año a sus patronales. "Lo sentimos mucho, pero si no se puede, no se puede", explica. Eso sí, para dar ambiente al pueblo han reeditado unas lonas con la imagen de la Virgen. En este caso se trata de una foto de la procesión del año pasado. Esperan vender alrededor de cincuenta, que los vecinos colgarán en ventanas y balcones para que el pueblo luzca lo mejor posible pese a la situación actual. Con el mismo ánimo, Javier Álvarez y Belén Sánchez-Ocaña se animaron a crear unas mascarillas especiales con el estampado de los pañuelos marineros que los vecinos suelen lucir en el día grande. Llevan vendidas unas ciento cincuenta. Lo de decorar el pueblo será este año una cuestión familiar. Lo saben bien en casa de Carmen Maseda y Ruth Fernández, primas de 12 y 11 años. Su abuela les propuso hacer una alfombra floral para entretenerse y la lucirán orgullosas este jueves en el patio de su casa.