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Chicote abre sus viñas

"Se dan cuenta de lo difícil que es esto", dice el viticultor cangués, que acoge visitas turísticas en sus instalaciones

Antón Chicote, en su viñedo de Limés. D. ÁLVAREZ

El bodeguero cangués Antonio Álvarez, más conocido como Antón Chicote, ha decidido abrir las puertas de sus viñedos y de su bodega al turismo. A sus 73 años, lejos de pensar en la jubilación, apuesta por nuevos proyectos y también por seguir aumentando su bodega con nuevas plantaciones que en unos años le permitirán sacar sus primeros vinos blancos.

A principios de junio se iniciaron las visitas que se encarga de realizar Noemí Gutiérrez, quien animó al viticultor y bodeguero a involucrarse en este nuevo proyecto. "Tiene una joya y pensé que la gente debería verlo; es el trabajo de toda su vida y no hay otra bodega en Cangas que esté rodeada de viñedo", explica Noemí Gutiérrez.

La previsión era empezar las visitas en Semana Santa, pero el confinamiento por la pandemia obligó a retrasar los planes hasta el mes de julio. A pesar de la situación sanitaria, a lo largo del mes recibieron unos 20 visitantes, llegados tanto del propio municipio como de otras partes de Asturias y de fuera, por lo que se muestran satisfechos con la acogida de la propuesta.

"Estoy contento con el resultado, más que nunca, porque cuento con el apoyo de Noemí, me da el empujón y la vida, yo aunque quisiera hacerlo no podría", asegura Antón Chicote, que confiesa que siempre había tenido ganas de promocionarlo turísticamente. "Hay mucha gente en Asturias que no sabe que en esta zona hacemos vino", recalca.

La visita se centra sobre todo en los viñedos, aunque también se conoce la pequeña bodega. La viña Penderuyos, que da nombre a los vinos, suele ser la primera parada por ser el símbolo de la bodega. "Viendo esa viña ya no necesitan ver más porque se explican lo difícil que es trabajar el viñedo aquí, y luego en la bodega confirman que elaborar vino es una labor de artesanía y se dan cuenta de la exclusividad del producto que están consumiendo", apunta Noemí Gutiérrez.

Además, paseando por los viñedos que rodean la bodega y que se reparten en 4 hectáreas se pueden ver todo tipo de viñas, desde plantación vieja a la nueva, situada en espaldera, bancal o en emparrados. Así dan a los visitantes una visión completa de la producción del vino de Cangas y de las dificultades a las que se enfrenta.

En la bodega de Antón Chicote, incluida en la DOP vino de Cangas, también se hace un recorrido por el pasado de la viticultura en la zona, ya que guarda herramientas de antaño que poco a poco está recuperando para sorprender así a quienes llegan con ganas de saber más. Incluso en un futuro se plantean el poder exponer y llegar a vender artesanía de la zona.

Paralelamente a esta iniciativa turística, durante este año, ha plantado 1.600 cepas de albarín blanco que en tres o cuatro años podrán producir los primeros vinos blancos de la bodega. El crecimiento ya había comenzado el año pasado con la plantación de 2.400 cepas y continuará el año que viene en una parcela próxima al emblemático viñedo de Penderuyos.

"Nunca me paro a pensar en el trabajo, porque esto engancha", subraya Antón Chicote.

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