La zona alta de Tapia, en concreto las localidades de El Valle de San Agustín y Reiriz, puede presumir de buena gestión forestal. La concentración parcelaria se gestó en el momento idóneo, con montes a punto cuya tala supuso una inyección de dinero global de algo más de tres millones de euros y ahora, finalizados los trabajos, el terreno vuelve a estar repoblado y en producción. "El monte genera ingresos si está bien atendido. A todo el mundo le interesa que los caminos estén limpios. Si deja de ser útil desde el punto de vista forestal, se abandona", apunta César Fernández, vecino de El Valle.

La concentración parcelaria afectó a unas 700 hectáreas, de las que aproximadamente 500 estaban dedicadas a la producción forestal. Casi toda estaba a punto para la tala y se vendió a unos 25 euros por tonelada el pino y a algo más el eucalipto. El cálculo global supera los tres millones de euros, ingresados por los vecinos entre 2014 y 2016. "El monte genera esa cantidad de dinero en una media de quince años. Es una inversión y un recurso muy importante para el medio rural", defiende el concejal de Urbanismo, Obras, Agricultura y Ganadería de Tapia, Guzmán Fernández. Además, entre 2019 y principios de este año se han repoblado del orden de 400 hectáreas, con lo que el monte reordenado vuelve a estar en producción. Aproximadamente la mitad se repobló de pino y la parte restante de eucalipto (para la plantación del primero hay ayudas públicas).

Esto tiene otro valor añadido para el edil: "Se puede decir que Tapia está a la cabeza de España en la eliminación de carbono porque producimos poco y eliminamos muchísimo. Elimina mucho más carbono un bosque en crecimiento, que uno viejo. Solo en esta zona podemos estar eliminando del orden de 7.000 toneladas de carbono al año, algo que deberían tener en cuenta aquellas empresas que necesitan comprar derechos de emisión".

"Decía meu padre que el monte era un peto", señala Miguel Fernández, vecino de Reiriz, en alusión al valor que tienen las plantaciones forestales como hucha familiar. En su caso, la concentración le afectó a fincas de labradío y a otras forestales. Pasó de veintisiete fincas a tres, con lo que mejora enormemente su quehacer diario. "Ganamos muchísimo", precisa.

Eso sí, los vecinos se muestran críticos con la gestión de las obras de concentración por parte de la administración regional, con adjudicaciones a la baja que hicieron que los trabajos no quedaran todo lo bien que debían, especialmente en la red de caminos.