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El problema de una especie salvaje

Los ganaderos de Castropol, desesperados con el lobo: “Nunca hubo tantos daños”

En lo que va de año, solo en la zona alta del concejo se contabilizan 150 bajas por ataques

Los vecinos observando el mastín muerto en la finca vallada en Añides. T. C.

Cuenta Perfecto García, criador de asturcones y vaca asturiana de los valles en la localidad castropolense de Añides, que no recuerda un año con más ataques de lobo. En lo que va de 2020 suma una veintena de animales muertos por el cánido, entre ellos los dos mastines que tenía al cuidado de una enorme finca totalmente vallada. “Es, con mucha diferencia, el peor año. Los vecinos de los alrededores sumamos sobre ciento cincuenta cabezas muertas este año. Esto no puede ser, al lobo hay que controlarlo”, denuncia el castropolense.

Para García es especialmente dura la muerte de los dos mastines que tenía al cuidado de su terreno, tal y como recomienda la Administración autonómica como medida preventiva. La perra, de algo más de dos años, fue la última víctima. La atacaron dentro de la finca y la sacaron por debajo del vallado. Unos días antes, mataron a un hermano que tenía aprendiendo con ella. “Tuvo que ser un ataque de más de un lobo porque ella defendía muchísimo”, señala.

A Perfecto García la Administración le adeuda en torno a 11.000 euros de pago por los daños registrados desde septiembre del año pasado. “Pagan cuando tienen dinero”, precisa. En su caso, tiene el problema añadido de que recibe una ayuda por la cría de los asturcones, como especie en peligro de extinción. Dicha subvención obliga a mantener el número de cabezas, algo difícil con la sucesión de ataques que padece. “Lo veo negro, pero si no lo hago tengo que devolver el dinero”, expone.

El caso de Fernando Quintana, que cría yeguas en la vecina localidad de Obanza, es muy similar. En lo que va de año lleva perdidos treinta y dos potros y cinco yeguas. “Aquí nunca tal pasó”, precisa. Como a Perfecto, la Administración autonómica le debe los últimos daños. En concreto, unos 9.000 euros desde enero. “Una yegua preñada te la pagan a 265 euros y cuesta 450 en el mercado. Además, hay animales que no se pagan con dinero. Y ya no es el dinero, es la pérdida de producción. Por el camino que vamos, en un año no queda nada”, dice con pesar. A pocos kilómetros, pero en suelo boalense, Ramiro Linares, criador de caballos, ofrece una visión idéntica: “No logras reponer animales al ritmo que los mata; además, lo que pagan no compensa”.

El diputado popular Álvaro Queipo les visitó hace unos días para conocer la situación: “En el medio rural asturiano se está viviendo un drama silencioso y es silencioso porque no afecta a los que ocupan los despachos en Oviedo”.

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