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La vida suena en Puerto de Vega

Los alumnos de Infantil del colegio Pedro Penzol diseñan un mapa acústico que recupera aconteceres cotidianos de la villa

María Elena Fernández, en el aula. A. M. Serrano

La plaza de Cupido de Puerto de Vega suena a un beso o a música, ya que cada 7 de septiembre acoge uno de los actos principales de las fiestas locales. Así lo entienden los alumnos de Infantil del colegio Pedro Penzol, que han diseñado un mapa sonoro de la villa. El proyecto fue ideado y dirigido por la profesora María Elena Fernández, una docente de 58 años, con 20 de experiencia en este centro educativo naviego, que no se resignó a dejar inacabado el trabajo estrella del pasado curso por las restricciones del coronavirus.

El resultado es un mapa digital (se encuentra en la página web educastur) donde se puede conocer a qué suena Puerto de Vega, concretamente el muelle, la plaza de Cupido y La Atalaya. Los alumnos grabaron durante meses qué oyen a diario, “al final, a qué suena su vida”, resume su profesora. “Se pueden escuchar risas de un hermano pequeño, el oleaje, los sonidos de la rula... todo lo que oímos a diario y a lo que a veces no prestamos atención”, relata María Elena Fernández.

Detalle de una de las imágenes utilizadas para el proyecto, concretamente la del puerto.

El proyecto tuvo además colaboraciones “importantes, casi imprescindibles” para poder llevarse a cabo. Varios grupos y músicos de Puerto de Vega hicieron sus pequeñas interpretaciones para los alumnos. Como esta localidad naviega es cuna de artistas musicales, “no fue un problema contar con su talento”. La asociación “Los Glayus”, gracias a una colaboración pagada por el Ayuntamiento de Navia, hizo posibles los dibujos de los mapas y los sonidos.

María Elena Fernández se inspiró en una historia creada por ella para llegar a los mapas. “Pensé en que un monstruo nos quería quitar los sonidos de nuestro entorno y que nosotros debíamos buscar una solución para evitarlo”, destaca. El monstruo “Plof” fue poco a poco silenciando Puerto de Vega, pero los niños de Infantil y sus familias (también los músicos que participan con sus piezas a petición de los menores) lo evitaron.

Calles silenciadas

“Como además estábamos trabajando en este proyecto cuando empezó el confinamiento, todo cobró una dimensión especial porque, efectivamente, nuestras calles estaban un poco silenciadas”, resume la profesora. Las tareas sirvieron además para mantener a los alumnos unidos y entretenidos en unos momentos de gran desconcierto social. Y, de paso, también para conocer en profundidad y con otros matices la villa en la que viven. Para la docente, además, “es muy importante que el colegio salga fuera y que el entorno se beneficie de tener un colegio”, razón por la que este tipo de acciones “me parecen muy interesantes”. Otro acicate es que los niños tienen la oportunidad de acercarse a su patrimonio local, material e inmaterial, “y eso tiene un gran peso educativo”, concluye Fernández.

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