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Colmenas con control remoto

Un proyecto de investigación crea un sistema de monitorización para vigilar la producción de miel en zonas de difícil acceso

Dos de los técnicos, en una de las colmenas del Suroccidente que participan en el proyecto. | R. D. Á.

Desde un teléfono móvil, a través de una aplicación, los apicultores podrán tener controlados sus colmenares en tiempo real. Comprobar si su producción va bien o si sus abejas han recibido visitas inesperadas por parte de fauna salvaje o incluso personas ajenas a la explotación. Es uno de los avances que se han logrado gracias al proyecto “Caracterización de la miel de Asturias y defensa del colmenar” que han estado desarrollando el Centro Tecnológico Agroalimentario Asincar, la Asociación de Apicultores Profesionales de Asturias Promiel, la empresa Miel La Puela (Asturias Apícola S.L.) y Seresco con financiación procedente de distintos ámbitos: las ayudas Feader de la Unión Europea, el apoyo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y de la Consejería de Medio Rural y Cohesión Territorial del Principado en el marco del programa de Grupos Operativos del Plan de Desarrollo Rural del Asturias (2014-2020) de la Asociación Europea de Innovación (AEI).

Para llevar a cabo parte del proyecto se monitorizaron colmenares seleccionados en zonas de difícil acceso y comunicación en los concejos de Ibias, Cangas del Narcea, Tineo y Allande, donde se colocaron estaciones meteorológicas, que permitían controlar el peso de las colmenas y acceder a datos de temperatura y humedad de las mismas. Se trabaja también con cámaras de videovigilancia.

“Partimos de que muchos colmenares tienen dificultad de acceso y de transmisión de datos, sobre todo en los concejos del Suroccidente, lo que hace que para un apicultor sea costoso desplazarse para visitarlo todos los días, así que propusimos monitorizar la colmena y que a través de una aplicación, los apicultores puedan ver la actividad diaria que tiene y si pasa algo estar informados para acudir”, explica el técnico de Asincar, Santiago Pérez.

Asegura que durante el desarrollo del proyecto se demostró que era una monitorización efectiva y esperan que los apicultores lo vayan implantando poco a poco. Del mismo modo, vieron la utilidad de instalar cámaras de videovigilancia para recibir avisos en el móvil sobre intrusiones en el colmenar. Pérez explica que durante el desarrollo del proyecto la aplicación hizo saltar avisos con la llegada de una ciclogénesis explosiva que por las fuertes rachas de viento provocó las caídas de colmenas al suelo, por ejemplo en Corbero (Cangas del Narcea), así como la entrada un oso en un recinto de Arganzúa (Allande) o de un zorro en Uría (Ibias).

La otra parte del proyecto se centró en caracterizar la miel de Asturias utilizando nuevas tecnologías. Se partió del análisis de hasta 200 muestras de miel de todo el Principado que se analizaron “microbiológicamente, físico-químicamente, organolépticamente y melisopalinológicamente”. De estas pruebas se concluyó que los apicultores hacen una categorización de su miel correcta en función de las plantas que rodean sus instalaciones, pero que a su vez necesitan mucha más información. También se comprobó que las mieles de diferentes zonas de Asturias, aun siendo de la misma especie floral, son distintas y únicas.

Paralelamente a estos análisis, se evaluaron nuevas tecnologías aplicables a este área de trabajo y se desarrollaron prototipos con cámara hiperespectral y procesado de imágenes a partir de microscopía.

Santiago Pérez explica que las técnicas convencionales “se centran en el análisis del polen, lo que da unos resultados subjetivos y calcula que solo tiene una efectividad del 40 por ciento”. Mientras que el objetivo del proyecto es “desarrollar una tecnología capaz de limitar esa subjetividad y que tenga una efectividad del 100 por cien”. Así, lo que aportará al apicultor es poder conocer en detalle sus mieles. “Hasta ahora hay pocas mieles analizadas en Asturias y con este proyecto pudimos saber qué mieles tenemos, una información que dimos a los apicultores que donaron el producto para que sepan qué tipo de miel tienen y puedan etiquetarlas”, explica.

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