La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El pan de Las Cruces se sube a la red

El producto de la famosa tahona belmontina llega a toda España a través del proyecto de comercio online de la tercera generación de la familia

Nieves González, ante uno de los hornos de su panadería de Las Cruces (Belmonte de Miranda). | LNE

El pueblo de Las Cruces, en Belmonte de Miranda, huele a pan recién hecho cada mañana desde hace casi treinta años. Al que sale de los hornos de la tahona que lleva por nombre el de esta misma localidad, identificada en buena parte de Asturias con las hogazas, bollos o trenzas dulces de extraordinaria calidad e inconfundible sabor que se hacen en el establecimiento. En él, las manos expertas de hasta tres generaciones de una misma familia han amasado a diario una tradición de elaboraciones artesanas cuya fama traspasó ya hace mucho los límites de la comarca en la que se producen. Hasta ahora, se distribuían en numerosos puntos de la comunidad autónoma.

Pero, en esta última semana, los horizontes de un negocio que surgió del buen hacer de la abuela se han hecho mucho más amplios gracias a la iniciativa emprendedora de dos de sus nietas y a las posibilidades que ofrece la era del desarrollo de la logística y del comercio online. El pasado jueves llegaron por primera vez a Madrid, Barcelona o Valencia pedidos que solo 24 horas antes, el miércoles, habían sido preparados y empaquetados en un pequeño rincón del Occidente tras haber sido adquiridos vía internet.

Las hermanas Sara (izquierda) y Aroa González.

Y es que la panadería La Cruces ha dado el salto a la venta electrónica para abrirse al mercado nacional. Aunque pudiera parecer lo contrario, sus productos tienen una duración considerable, de varios días, por el tipo de ingredientes naturales y el método tradicional de elaboración. Así que la idea de crear una tienda online comenzó a rondar la cabeza de la tercera generación de la familia propietaria de la tahona a partir del confinamiento de marzo de 2019, durante el primer estallido de la pandemia.

Productos para vender por internet.

Sara y Aroa González, hermanas de 22 y 30 años, respectivamente, fueron fraguando el proyecto que ahora acaba de ver la luz. Y clientes de diversos puntos de España no han faltado desde el primer momento de esta nueva andadura. Porque quien en alguna ocasión veraneó en la zona o en puntos más o menos próximos a este pueblo de Belmonte de Miranda conoció la fama del producto local, pasó a probarlo y lo añoró cuando ya no lo tuvo al alcance.

“Vimos que había tirón, porque a pesar de que Belmonte sea un lugar que no es ni céntrico ni una gran ciudad, veranea bastante gente en la zona, de Madrid y de otros puntos de España y siempre que venían a la panadería preguntaban sobre las posibilidades de que les enviáramos productos”, explica Sara González, acerca de la gestación de un proyecto que pone la guinda a la larga y fructífera trayectoria de un negocio que, basado en la tradición y manteniéndola en el modo de hacer sus elaboraciones, siempre ha sabido ir adaptándose a los nuevos tiempos con éxito.

En realidad, la historia de la panadería se inicia hace más de treinta años, porque el germen es previo a la apertura del establecimiento. La abuela de Sara y Aroa, Florinda García, regentaba una taberna en el pueblo de Las Cruces. El pan que a veces probaban los clientes de aquel negocio empezó a tener fama y hasta demanda y por ello se empezó a acudir con el producto a algunas ferias para seguir dándolo a conocer. La buena acogida que tenía fue lo que, años más tarde, en 1994, llevó a la segunda generación, a Nieves González, su hija, a abrir un punto de venta fijo en la localidad belmontina. Esta mujer es, destacan sus sobrinas y todo el mundo que conoce la historia de la tahona, una figura clave en el impulso al negocio. Su esfuerzo, empeño y profesionalidad han hecho posible no solo el crecimiento de ventas, sino la enorme popularidad alcanzada por sus artesanías.

En Las Cruces, la escanda es la base de las elaboraciones y su sello de identidad. El pan se hace con la misma receta de la abuela Florinda García, que sigue la que tradicionalmente había en los pueblos de la zona. El cereal empleado –también trigo– lo adquieren en grano a productores del entorno y lo muelen en un molino propio de piedra. La cocción se hace en hornos de suelos de ladrillo refractario, “que la hace más lenta, mejorando así su sabor”. Y con leña, principalmente madera de haya y castaño, precisan las responsables.

El proceso garantiza un resultado de calidad y, además, un pan “que siempre aguantó cuatro o cinco días, incluso una semana”, cuenta Sara González, para explicar que por esa razón también es posible que ahora, con la tienda online, puedan realizarse los envíos con productos que viajan a toda España y llegan en perfectas condiciones a sus destinatarios.

La panadería funciona desde el año 1994, cuando Nieves González se decidió a abrir tras el éxito de su madre, la abuela de estas dos hermanas que cobró fama con sus deliciosas artesanías en los mercados de Asturias. Y sus nietas, Sara y Aroa González, saben que la mejor plaza pública también es ahora el comercio electrónico, aunque ello no supone renunciar a tradición alguna, como la que acompaña al mismo buen hacer en sus productos o al hecho de seguir teniendo como fijas citas semanales como las del mercado de Grado.

Compartir el artículo

stats