Carlos Fernández tiene 41 años y es funcionario en Gijón, algo que no le impide estar pendiente de su lugar de origen: Illano. En las últimas décadas ha visto cómo la población no ha dejado de caer en este concejo del interior de Asturias donde los habitantes y sus familiares buscan alternativas y miran con recelo el futuro. Fernández es presidente de la asociación vecinal “Pico Castro”, con sede en la parroquia de Bullaso, y asegura que la preocupación es ahora “máxima”. “Acabaremos desapareciendo como entidad municipal y pasaremos a depender de otro Ayuntamiento”, dice con pena.

En su municipio de origen esta preocupación crece al ritmo al que la zona pierde población: hoy día cuentan 293 censados. En el año 2000 eran el doble. “Sin apoyos públicos, esto no aguanta”, señala. Por eso han presentado en el Ayuntamiento un proyecto “propio”, ideado por los vecinos, para recuperar las escuelas de Bullaso y convertirlas, en parte, en un centro rural con las prestaciones de una Casa de Cultura al uso, y en vivienda con destino a una familia que desee conocer cómo es el concejo y la vida rural en Asturias.

Al final, se trata de “hacer algo que sea lo primero de muchas propuestas”. Algo “simbólico”.

Carlos Fernández, con la maqueta del proyecto

El colectivo vecinal puso sobre la mesa esta rehabilitación del edificio hace más de cuatro años. “Nadie nos creyó, nadie hizo nada, pero no perdemos la esperanza”, recuerda Fernández. Como asociación que es, “Castro Pico” puede optar a las subvenciones para el desarrollo rural que concede la UE a través de los fondos “Leader”. “El problema es que en ese caso nos tenemos que hacer cargo de un porcentaje de la obra, y eso es inviable porque no tenemos dinero”, detalla el presidente.

Exterior del edificio donde se quiere desarrollar el proyecto. | A. M. S.

La dirección del colectivo llamó hace cuatro años a la puerta del Consistorio para que hiciera suyo un desarrollo que creen que puede ser “algo más” para salvar al pueblo de la desidia. “Hay que empezar por algo y creemos que esta una opción”, señala Fernández. “Se puede ofrecer algo a los vecinos y también a los turistas, que cada año son más”, profundiza.

El proyecto cayó en saco roto cuando se defendió de forma verbal en los años de gobierno del exalcalde socialista Leandro López. Pero las diez personas que trabajan en la asociación no perdieron la ilusión. Fue Carlos Fernández la persona que se encargó de hacer con sus manos la maqueta, es decir, la recreación de lo que en realidad quieren hacer en las antiguas escuelas. “Es lo que nos queda para que nos crean; hacerlo real, que lo vean, que sepan de qué les hablamos”, dice sin dejar de sorprenderse de la falta de apoyo administrativo a una zona que agoniza y que, sin embargo, tiene también recursos sin explotar para crecer. Donde la asociación de vecinos ve nichos de mercado, muchos ven falsas expectativas.

“Nosotros pensamos que algo hay que hacer desde aquí, desde la comunidad de vecinos”, señala Fernández. Empezar por una casa rural donde poder programar actividades culturales y recordar la vida de antaño “es un paso”, señala. En la maqueta que Fernández hizo con sus manos se reserva una sala para exposiciones y ponencias, una biblioteca y espacios dedicados a antiguos oficios y a mostrar el material escolar que se ha heredado. A ello se sumaría una planta independiente destinada a una familia que se beneficiaría de un alquiler muy por debajo del precio del mercado.

Estado actual de una sala interior del inmueble. | A. M. S.

El colectivo ha publicitado su apuesta en la red y encontrado un apoyo público “inesperado”. “Muchas personas ven que se puede hacer algo y, sobre todo, que nos preocupamos”, dice el presidente de la asociación “Pico Castro”. Las llamadas y los respaldos a la causa llegan incluso de familias indianas con origen en Illano y en la actualidad asentadas en países como Argentina.

“La pelota está en el tejado del Ayuntamiento de Illano”, insiste la directiva de la asociación. El deseo de los vecinos es que la administración local haga suyo el proyecto y pida una ayuda pública europea para poder materializarlo en la próxima convocatoria “Leader”. En el caso de los ayuntamientos estos proyectos que son visados por un técnico municipal reciben el total de la inversión. “De otro modo, no lo vemos posible”, opina Fernández.

La asociación asegura además que hay que generar “más actividad y hacer más ruido”, y opina que Illano no puede vivir del área recreativa de Folgueiróu, la única inversión pública “potente” que se hizo en el concejo en décadas. Sobre el terreno, “los turistas incluso nos preguntan dónde pueden tomar algo”. A juicio de los vecinos no hace falta haber nacido en el concejo para conocer su carencias, “muy notorias”. “Si visitas el concejo te das cuenta de que no tienes ni dónde tomar un agua; sí hay demanda por parte de los visitantes, pero no salen los emprendedores”, comenta Fernández.

La asociación ya recuperó sin apoyos y con el único esfuerzo de sus socios 17 kilómetros de senda que comunican Llombatín con Tamagordas. Y quedan otros proyectos pendientes. De momento, esperan un rápido visto bueno para el proyecto del centro cultural y confían en que las administraciones “sepan ver las necesidades”. “A nosotros siempre nos dijeron que teníamos que irnos de este concejo, que aquí no había nada; pero te vas fuera y ves que no es para tanto y que no hay cosa mejor que vivir en el pueblo”, señala Fernández.

Él está convencido de que con apoyos públicos “llegará el momento feliz del concejo”.