–Yo solo quiero hablar para dar agradecimiento a Elena. No quiero emocionarme. Fui durante muchos años director de la compañía “La Alegría”. Nosotros veníamos a bailar a la Regalina, pero no teníamos traje y ella nos los daba.

La voz de Francisco Menéndez, Paco, que se alza desde el público, se quiebra. Sus ojos se llenan de lágrimas. Él es de Soto de Luiña y fue gracias a Elena Méndez Avello –a sus 93 años ponente ayer en el Conceyu Abiertu organizado en Cadavedo por el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA– que podía vestir a sus bailarines para las fiestas de la Regalina, “tradición y vida” de este rincón de Valdés.

Elena Méndez se encargaba del “ropero”. Y, además, vivió cómo el Padre Galo –que le hablaba en “faliecha”– promovía esta festividad. Empezó hace noventa años. Y en este 2021, después de un parón por el coronavirus y con un hórreo renovado, los festejos retornarán este agosto. “¡Que viva la Regalina!”, concluyó también Francisco Fernández.

El “ropero” del que se encargaba Elena Méndez, más conocida como Elenita, era un conjunto de baúles donde se guardaban diferentes elementos de la indumentaria típica asturiana que se compraban con el dinero de la comisión de fiestas. De esta forma, podían prestarle ropa a toda aquella persona que no la tuviera. “A veces nos devolvían los trajes húmedos, porque no sabes lo difícil que era limpiar eso”, recordó. Pero siempre se devolvían. La Regalina es eso: compartir, dar sin esperar nada a cambio.

El primer traje de Carmen Guardado, ganadora en 2006 del premio de poesía en asturiano “Fernán Coronas” – seudónimo con el que firmaba el Padre Galo– y otra de las ponentes en el singular encuentro de ayer, también se lo dieron en la Regalina. Ella, que es de Luarca, había visto cómo le hacían uno a su hermana. Fue al “ropero” el mismo año que recibió el galardón de la poesía y le prestaron uno. Desde entonces tiene una deuda doble con Cadavedo: por vestirla de asturiana y por un premio que considera uno de los más importantes de su ejecutoria literaria.

Público del Conceyu Abiertu. En primera fila, vestido de camisa blanca, Óscar Pérez, alcalde de Valdés. | I. G.

Ese sentimiento de apego a la fiesta y a su espíritu, cuenta José Manuel Fernández, pregonero de la Regalina, lo inculcó el Padre Galo. Nueve décadas atrás, se empeñó en sacar de su rincón a la Virgen de la Regla, guardada en un trastero de la casa parroquial. Ideó la capilla promontorio, visitando ermitas por toda España, y en el 1931, cuando Elenita tenía 3 años, fue la primera fiesta. “Le dio una ocupación a cada vecino. Unos se encargaban del ramo, otros de las Alfinadas, otros de la pólvora y otros de las orquestas. Nadie es más importante que otro. Esto lo hacemos entre todos”, explicó el pregonero. Y así fue citando uno a uno de los que compartían ese sentimiento que el Padre Galo había imprimido: el amor por la Regalina, que también comparte Marcos Fernández, presidente de la asociación organizadora y cuarto ponente de ayer en el Conceyu Abiertu.

“La forma de hablar es la identidad de un sitio; la ‘faliecha’ no debe perderse”

El Padre Galo fue además el primer pregonero de la Regalina, con versos incluidos del también poeta de la “faliecha”, variante del asturiano que se habla en la zona. Siguiendo su estela, José Manuel Fernández opina: “Pueden existir discrepancias entre la oficialidad y la no oficialidad, pero la forma de hablar es la identidad de un sitio y únicamente no se perderá si la practicamos. Es como una gaita, que si no se toca también se pierde, y por eso hay que obligar”. Va más allá: los que vengan después también habrán de seguir los pasos del Padre Galo, para que el pregón suene en “faliecha” y, sobre todo, para que no caiga en el olvido.

En la misma línea habló la poetisa Carmen Guardado. “Que no se pierdan ni el concurso ni la lengua”, rogó. Aún recuerda cuándo recibió la noticia de que había ganado el premio “Fernán Coronas”, “que es uno de los más prestigiosos y no tiene nada que envidiar a los de otras zonas”. La llamaron por teléfono y comenzó a caminar por su casa de los nervios. No se lo podía creer: era el galardón al que aspiraba desde niña y además pensaba que no tenía ninguna posibilidad. “Por eso animo a los poetas jóvenes a que lo hagan, que se presenten. Hay que difundirlo, pasar el cartel y cuidarlo”, subrayó la autora de Luanco, que forma parte como una más de la sociedad creada en torno a la Regalina.

Los ponentes de la Regalina, durante el Conceyu Abiertu. | I. G.

Y entre los símbolos también está el hórreo del campo de La Garita, que se desmontó por miedo a que se cayera por el acantilado. “Tuvimos que tomar una decisión muy dura. Ahora, la comisión de festejos se ha quedado con los fondos a cero”, reconoce Marcos Fernández. Pero no se arrepiente: trabajaron en el hórreo con sus propias manos. “Desde ahí quiero hacer el pregón este año, ya lo adelanto”, anuncia su habitual encargado.

El tablao donde se hacía la danza, sin embargo, lo perdieron. “Aún me duele”, dice Marcos. Tiene a su abuela entre el público y a su hermana Ana en el papel de moderadora del Conceyu Abiertu. Las dos asienten comprensivas, también Elenita. Duelen las pérdidas, pero han sabido sobreponerse. Y luchar para mantener la Regalina. Todos se conjuraron ayer para ello en el jardín de la casa natal del inolvidable Padre Galo.