Ibias defiende la escuela de Luiña, con cuatro alumnos: “No hay motivos para el cierre”

La Alcaldesa sostiene, ante el temor de que se vayan niños, que el colegio cumple el mínimo exigido y que de su apertura depende que lleguen más

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Luiña (Ibias)

La alcaldesa de Ibias, Gemma Álvarez (PP), considera que si no se abre el colegio público San Jorge, en Luiña, parroquia de Tormaleo, “se comete una irregularidad”. La regidora sostiene que por ahora se cumple el número mínimo de alumnos previsto por ley (cuatro) para que el centro rural escolar funcione como lo hizo hasta la fecha. “Si hay cuatro matrículas y no se desarticuló ningún niño, no veo motivos para que el colegio no abra hoy, día de inicio del curso escolar”, insiste Álvarez.

La alarma saltó la semana pasada. En la parroquia de Tormaleo temen quedarse sin colegio. Al parecer, una familia con dos niños, ambos matriculados en el colegio San Jorge, estaría pensando en abandonar Ibias. Sin embargo, el gobierno local insiste en que oficialmente hay cuatro alumnos matriculados. “Si este es el dato oficial, lo demás son rumores y el centro debe abrir”, afirma la regidora.

Álvarez se muestra preocupada con el futuro de este servicio básico, sin el que sería cada vez más difícil atraer nuevos pobladores a la parroquia de Tormaleo. Con este colegio cerrado, los alumnos de esta zona del concejo tendrían que acudir obligatoriamente a la capital, San Antolín de Ibias. “Tardan treinta minutos desde algunos pueblos, pero el problema no es tanto el tiempo como el estado de la carretera”, explica la Alcaldesa. “Para niños de esas edades, es una tortura ir y venir”, añade.

Este curso hay matriculados un alumno en educación infantil y tres en educación primaria. El curso pasado, en total eran siete menores. Si el centro cierra este curso, se pierde para siempre. La regidora sostiene que de la permanencia de este servicio depende la instalación de familias interesadas en asentarse en esta zona del concejo. “Sé que hay autónomos pendientes de lo que pase”, subraya Álvarez.

En caso de que finalmente el centro no puede empezar el curso se perderían además las plazas de los docentes. Es decir, una profesora y cuatro más que se desplazan a otros colegios.

En los últimos años, algunos núcleos rurales se han encontrado con idéntica situación. El problema se encuentra en la falta de un grupo numeroso de alumnos y en la fluctuación de matrícula entre un curso y otro. Estos colegios rurales asumen en todo el Occidente, salvo en Boal, matrículas de las etapas de infantil y primaria, es decir, desde los tres años a los doce. El Principado es la única comunidad que mantiene abiertos centros educativos con cuatro alumnos.

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