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Salas presume de su colegiata remozada

La Fundación Valdés-Salas restaura el templo y busca apoyos para recuperar el mausoleo del fundador de la Universidad de Oviedo

Joaquín Lorences, en el interior de la colegiata, con el mausoleo de Valdés-Salas detrás. | Miki López

La humedad ha ido calando en el alabastro. La piedra es muy sensible al agua y el paso de los siglos ha provocado fisuras y descamaciones en el mausoleo de Fernando de Valdés-Salas, político, religioso y fundador de la Universidad de Oviedo. El conjunto, del siglo XVI, está en la pared norte de la colegiata de Salas, la más expuesta a las inclemencias del tiempo. Es obra de Pompeyo Leoni, escultor italiano renacentista que Felipe II trajo a España para trabajar en El Escorial.

“El mausoleo es una joya del Renacimiento”, resume Joaquín Lorences, presidente de la Fundación Valdés-Salas, que, junto con la Fundación Cajastur y la entidad Cosmen Menéndez-Castañedo, quiere recuperar el rico conjunto escultórico.

Lorences recorre satisfecho la colegiata de Salas. Con una inversión de 150.000 euros han logrado poner freno a la humedad que tanto daño había hecho al templo. “El tejado estaba deshecho”, explica. Esa fue una de las principales actuaciones que se acometieron en los últimos meses. Lo primero para evitar la humedad era cambiar completamente la cubierta del templo, en la que “había crecido hasta maleza encima de las tejas”. En este caso sí que había que empezar la casa por el tejado. Y seguir por las paredes. Se trató todo el exterior de la colegiata para impermeabilizar los muros, se taparon grietas y se rejuntó. Pero “lo más importante es lo que no se ve”, dice Lorences. Y lo que no se ve está bajo tierra. En estas obras de restauración del templo hubo que hacer un sistema de drenaje exterior. El agua se colaba bajo tierra y afloraba en el alabastro del mausoleo.

Lorences muestra el nuevo tejado desde el campanario.

Ya en el interior, las tareas fueron de limpieza y de pintura de paredes, de lucir el suelo sin dañarlo, sin pulirlo. “Quedó muy guapo”, dice una mujer sentada en uno de los bancos de la colegiata, para alegría de Joaquín Lorences, que extiende esta afirmación a todos los vecinos: “Es lo que dice todo el pueblo”.

El pueblo, en el mejor sentido de la palabra. Tras subir los 65 peldaños de la escalera de caracol que lleva al campanario de la colegiata, con Salas a sus pies, Lorences hace un apunte: la obra la ha ejecutado una empresa local, Forestal Salense, “y eso se nota, en los detalles, en la entrega y en el cariño con los que trabajaron”.

En el exterior del templo.

Hoy se enseñarán las mejoras a los vecinos y autoridades, pero esto es solo el principio. El objetivo es presentar este trabajo como garantía de calidad para conseguir mecenas que aporten dinero para poder restaurar el mausoleo del fundador de la Universidad de Oviedo.

Lorences insiste: “Es una joya que además está en el Camino Primitivo a Santiago”. La Fundación tiene claro que la colegiata debe lucir completa. Hasta sería necesario restaurar los dos retablos del siglo XVI, pero esa es otra historia. Y hay otro sueño que no cuesta dinero, que la puerta de la Colegiata sea “Puerta del perdón” dentro del Camino Primitivo.

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