Las bicicletas se han convertido en seña de identidad de la pequeña localidad franquina de Mernes. En verano de 2020, en plena pandemia, a Julio César García, vecino y concejal franquino de Deportes, se le ocurrió colocar estos vehículos pintados con llamativos colores por diferentes puntos del pueblo. El primer año logró instalar una veintena y ya va por ochenta y dos. Tal ha sido el éxito de la iniciativa que ha decidido dar un paso más y crear una ruta circular para que vecinos y curiosos puedan contemplar esta original propuesta.

“Está siendo un éxito. Es algo que llama mucho la atención. Mernes es un pueblo de paso camino de Viavélez en el que antes no se paraba y ahora la gente se para y lo conoce gracias a las bicis”, señala García, que destaca la implicación del vecindario en el cuidado de las bicicletas, muchas de ellas adornadas con plantas. “Ahora los coches pasan lento para fijarse”, señalan los vecinos, encantados con que suene fuerte el nombre de su pueblo.

Con ayuda del Ayuntamiento de El Franco acaban de editar un folleto para dar a conocer esta ruta circular que parte de la estación de servicio de Valdepares, en plena carretera N-634. “Empezar ahí facilita el aparcamiento porque hubo días de verano que nos encontramos con problemas porque aquí no hay donde aparcar”, precisa el promotor. La ruta recorre los pueblos de Mernes y Pedra, donde vive Ángel Díaz “Angelín”, que ayuda a Julio con la pintura de los vehículos. Cuando las reciben las limpian, las pintan y les colocan un cartel explicativo antes de buscarles una ubicación.

Varias de las bicis decoradas del pueblo. | T. C.

Mernes se pone en ruta

La “Ruta de las bicicletas de Mernes” es circular, cuenta con dos kilómetros de longitud y que se puede realizar a pie o en bicicleta. La duración aproximada es de una hora y la idea es que los usuarios vayan parando y admirando cada vehículo. Los hay de diferentes épocas y estilos: desde bicicletas de niños a algunas singulares como una de la marca española Cil, fabricada en la década de los sesenta del siglo pasado por la empresa vasca Ciclos Luis Iriondo. Todas las bicis tienen un cartel con el nombre del donante y un código QR que ofrece información turística del concejo franquino. “Empezamos a difundir la ruta hace muy poco y ya está viniendo gente a hacerla. Llama la atención”, precisa el promotor, satisfecho con la buena acogida.

Todas las bicicletas son fruto de donaciones que llegan desde lugares tan dispares como Sevilla o Alsasua (Navarra). A Julio César ya no le sorprende llegar a casa y encontrarse con un lote de bicis en la puerta o que le dejen algún ejemplar en el Ayuntamiento. Aunque ya superan las ochenta, siguen abiertos a nuevas donaciones.

Muchas son de vecinos de la zona que no dudan en arrimar el hombro con esta particular aventura que emula una experiencia similar que se puso en marcha hace unos años en Novellana (Cudillero). De hecho, a finales de 2020 hicieron un acto de intercambio de bicicletas entre ambos pueblos unidos por las dos ruedas.