La Universidad de Oviedo liderará una investigación que tiene como objetivo estudiar en profundidad la actividad sísmica que se registra en el Occidente asturiano y Galicia. La profesora que dirige el proyecto, Gabriela Fernández-Viejo, asegura que gracias a los resultados del estudio se conocerá por qué se producen los terremotos en este parte de país y a qué están vinculados.

El Ministerio de Ciencia e Innovación financia la investigación con una aportación de 203.280 euros. En ella participarán estudiosos de la materia de las universidades de Lisboa, Terranova y Liverpool, además de organismos como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los geólogos de la Universidad de Oviedo hicieron público hace meses la falta de estaciones sísmicas para disponer de información fiel sobre la actividad sísmica “constante” que se produce en el Noroeste del España y que afecta a Asturias. “Hay concentrada mucha sismicidad que no acaba en tierra y sigue hacia el mar; algo que hasta ahora no podíamos medir”, explica Fernández Viejo. Con este proyecto, se lanzarán al mar diez sismógrafos de fondo marino que registrarán con nitidez los movimientos. Doce más de tierra medirán la actividad entre Avilés y el oeste de Galicia.

“Sin duda esta zona no se puede comparar al sur de España, pero sabemos que hay muchos terremotos sin conocer su origen y está bien ampliar el conocimiento”, apunta la investigadora. Con los recursos y el material actual disponible tampoco pueden vincular estos movimientos con otras estructuras. “En este sentido este estudio nos permitirá tener una localización precisa y conocer a qué está asociada la actividad”, añade Fernández Viejo.

La Universidad de Oviedo parte de la hipótesis de que la placa ibérica, que se integró con la europea, “pudo dejar residuos y una sismicidad permanente”. Con este “esfuerzo” se pueden reactivar estructuras antiguas. En todo caso “no hay que generar alarma entre la población” que vive en el Occidente. Los investigadores aseguran que hay terremotos de forma casi constante en esta parte del planeta, aunque muchas veces imperceptibles por parte de la población.

Se espera que la campaña, después de los trabajos previos de despacho, empiece de finales de 2023. Será cuando esté disponible el buque oceanográfico. Los sismógrafos se recogerán seis meses después y con los datos se podrá hacer un mapa “más detallado” de la sismicidad del territorio.

El equipo de investigadores también estudiará las rocas del fondo marino para conocer de qué tipo son y qué minerales contienen. El estudio financia asimismo una batimetría de alta resolución para conocer mejor el fondo marino. El proyecto se extenderá hasta 2026, según los datos del Ministerio.