De Lucía Heres a Alicia Heres y de la última a Esther Méndez. O, lo que es lo mismo, de madre a hija y, una vez más, de madre a hija. Así se transmitió la receta de la rapa en una familia de Cadavedo, el pueblo de Valdés donde es habitual hacer este bollo a base de chorizo y tocino por San Antonio.

No son estas las fechas adecuadas por el santoral, pero la Sociedad Popular La Regalina celebra la semana dedicada al escritor Padre Galo recordando tradiciones, "como a él le gustaría", y entre ellas, está la de hacer rapa. Cuenta Esther Méndez, la cocinera encargada del taller que se impartió ayer, que hay que elegir cuidadosamente la harina para lograr el mejor resultado. Para la receta ella suele decantarse por la resultante de maíz del país molida en molino de agua. Ayer, en Cadavedo, un grupo de personas aprendieron este secreto y también de la parte más emocional de hacer rapa. Méndez disfruta de hacer el bollo: cada vez que lo elabora recuerda a su madre y abuela. Es como dedicarles un homenaje porque en cada paso está toda la sabiduría "de nuestra gente". Ella conoce, por ejemplo, que se debe elegir el tocino "con hebra", una forma de evitar que se evapore con el calor.

Para aquellos que quieran probar en cocina, esta vecina de Cadavedo aconseja dar un hervor al tocino y dejar reposar. Más tarde se hará la masa con la harina que necesite la mezcla de un kilo de chorizo, otro de tocino (con el agua en la que se cocinó) y uno más de cebolla pochada. "Antes, por la textura sabíamos cuánto había que echar, por eso no suelo dar cifras concretas", confiesa Méndez. Si estrujas la masa y esta se desliza por los dedos sin pegarse, "estará lista" para ir al horno. Ayer se aprovechó el de la Casa Natal de Padre Galo para cocer la rapa, pero es posible llevarla a buen término en un horno moderno. De soporte para la masa se utiliza una berza. El resultado: "El sabor de nuestras abuelas". Un legado que en Cadavedo no están dispuestos a perder.