Baja la edad media de las mujeres que denuncian violencia de género en el Occidente

"Ahora salen a la luz más casos en zonas donde antes solía ocultarse", destaca Ángeles Martínez, autora de un estudio sobre la situación comarcal

Ángeles Martínez y la concejala Carmen López, durante la presentación del estudio. | R. D. Á.

Ángeles Martínez y la concejala Carmen López, durante la presentación del estudio. | R. D. Á. / Demelsa Álvarez

El occidente asturiano ha sido la zona de estudio de la socióloga Ángeles Martínez, doctora en Sociología, investigadora y profesora en el instituto ovetense Alfonso II, para conocer la situación de la lacra de la violencia de género en las zonas rurales. En 2011 publicó su tesis doctoral sobre violencia de género en las áreas rurales "¿Adónde puedo ir yo?", a la que da continuidad con un nuevo estudio que ha presentado en Cangas del Narcea y que también ha publicado en forma de libro. En la comparación de datos de ambos estudios se refleja que en esta década baja la edad de las mujeres denunciantes y aumentan el número de denuncias y los partes de lesiones.

Para la socióloga estos datos deben analizarse de forma positiva y no desde la primera impresión, que pueden hacer pensar que está aumentando la violencia. "Son cuestiones positivas, si las mujeres son más jóvenes quiere decir que es porque las nuevas generaciones tienen más posibilidades para poder denunciar, tienen carné de conducir y son más autónomas, y si hay más denuncias es porque está funcionando el sistema de formación e información, es decir, no es que haya más violencia, sino que está saliendo más a la luz en estas áreas donde hay tendencia a ocultarlo", explica María Ángeles Martínez.

En sus estudios, la socióloga constata que los protocolos que se crean basados en el entorno urbano no funcionan para el ámbito rural por sus características propias: las más destacadas son la distancia que existe entre núcleos de población y respecto a los servicios, la dispersión dentro de los pueblos, el tamaño de los mismos, que hace que los vecinos se conozcan personalmente haciendo más difícil hacer pública la situación. También están las particularidades que afectan directamente a las mujeres como la escasez de empleo femenino y el sobreenvejecimiento de la población que hace que las mujeres perpetúen su rol de cuidadoras.

Sistema de detección

"En las zonas rurales hay más tendencia a ocultarlo porque todo el mundo se conoce y nadie quiere estar en boca de sus vecinos, hay relaciones laborales, personales y familiares y la mujer que denuncia, muchas veces tiene que marcharse fuera del pueblo", explica la socióloga, que se muestra especialmente preocupada por la violencia que no sale a la luz.

"No puede ser que una mujer vaya nueve veces a un servicio de salud por problemas de violencia de género y no se haya solucionado, hay que incidir más en estos casos en los que las mujeres no pueden o no quieren denunciar, no se pueden quedar ahí y simplemente tratarlo con antidepresivos", subraya.

Precisamente, en su último estudio analiza el sistema de detección, atención, seguimiento y revictimización de las mujeres que sufren violencia de género a través de entrevistas a los profesionales que atienden estos casos, quienes muestran la frustración que les provoca ver cómo no logran que todas las víctimas logren salir de la situación de violencia en la que se encuentran. "Son profesiones que deben valorarse porque detrás hay un trabajo emocional en el que no solo tienen que gestionar las emociones con las que llegan las víctimas, sino también las suyas propias y cuando las mujeres no se atreven a denunciar lo viven como un fracaso", expone la socióloga.

Para seguir avanzando en esta lucha en las zonas rurales, María Ángeles Martínez considera que se debe insistir y propone que los propios Ayuntamientos faciliten el acceso de las mujeres a obtener el carné de conducir, ya que en muchas ocasiones la víctima depende de su agresor para trasladarse a la población donde se encuentran los servicios. Asimismo, ve necesario acercar a los núcleos rurales formación "no necesariamente de violencia de género explícitamente, simplemente de temas de salud, de aprender a respetarse, ya que pueden ser el primer paso para que tomen conciencia", añade, sin olvidar el trabajo de concienciación en los colegios.

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