De Perú a Prelo por el abuelo Onofre: el largo viaje de una familia para conocer a su antepasado asturiano

Varios descendientes de un emigrante viajan desde el país andino a Boal para conocer su casa natal, reconvertida en alojamiento rural

Lucí González, Lucí Díaz, Alfonso Díaz  y Silvia Taso, en Prelo

Lucí González, Lucí Díaz, Alfonso Díaz y Silvia Taso, en Prelo / T. Cascudo

La historia de Onofre Díaz Herías es una más de la de tantos boaleses que emigraron a América en busca de un futuro mejor. Se marchó en los difíciles años de la Guerra Civil y se afincó en Perú, donde se casó. Jamás regresó a su casa de Prelo, pero inculcó a sus descendientes un profundo amor por su concejo. Su nuera y dos de sus nieto han viajado para conocer Boal y hasta han tenido oportunidad de alojarse en la casa natal del abuelo, donde vivieron unas horas entrañables conociendo un lugar que sienten como propio.

"Vinimos a conocer nuestros orígenes. Mi padre, a quien siempre le tiró el terruño, se murió sin haberlo conocido, pero nos transmitió a todos el amor por esta tierra. Nuestras raíces están aquí", cuenta uno de los nietos de Onofre, Luis Alfonso Díaz, que vive en Madrid desde 1992.

Luis Alfonso conoció Prelo en 2007 junto a su madre, Lucí González. Hicieron aquel viaje cuatro años después del fallecimiento de su padre y esposo, Alfonso Emilio Díaz, quien enfermó y se murió justo cuando tenía la oportunidad de viajar a su anhelada Asturias. En esta ocasión, madre e hijo han viajado en compañía de otra hermana, Lucí Díaz, para quien sí fue la primera vez en Boal.

Onofre Díaz

Onofre Díaz

Un detalle especial es que, al contrario que en 2007, pudieron dormir en la casa natal del abuelo Onofre. Entonces estaba en ruinas y ahora ha sido rehabilitada como establecimiento de turismo rural, bajo el nombre de La Guarita.

Cuenta Luis Alfonso que cuando su padre estaba más enfermo les decía que "veía flores moradas", unas flores que ellos vinculan a las del brezo, tan características del Occidente. "Mi madre hizo la promesa de venir a Boal y cuando lo hicimos se llevó a casa una piedra de la zona que colocamos en el suelo de su tumba. Es alucinante, pero allí germinaron las flores del brezo", añade el peruano, que convenció a la familia de volver a viajar a España y hacer noche en Boal para ver juntos el origen de su historia familiar.

Cuenta este hombre que el abuelo, que ejerció de maestro, entró en Perú por el norte y en Ayabaca conoció a su abuela, cuya familia tenía una hacienda. Se casaron y tuvieron cinco hijos. El caso es que cuando su hermana Lucí pisó Boal por primera vez dijo comprender la razón de por qué el abuelo Onofre se sintió bien en Ayabaca, una zona de sierra. "Mi hermana dice que Boal es igual que Ayabaca y que el abuelo, que falleció hace cincuenta y seis años, lo eligió porque le recordaba a su casa. También eligió la sierra", relata.

"El viaje fue muy emocionante y ha valido la pena", añade Luis Alfonso, quien agradece especialmente el esfuerzo de su madre, que reside en la ciudad de Lima junto a sus dos hijas.

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