El trabajo invisible de las camareras que visten las tallas religiosas para las procesiones de la Semana Santa de Luarca

"Es un trabajo que no se ve y no se conoce, nadie sabe que existes, pero es algo importante y necesario", defienden las valdesanas Paz García y Lidia Rico

T. Cascudo

El Nazareno pisará las calles de la capital valdesana el próximo martes luciendo sus mejores galas, para orgullo de los devotos de la Semana Santa de Luarca, la más destacada del Occidente. Sin embargo, para que el santo luzca espléndido hacen falta muchas horas de trabajo previo. Lo saben bien las camareras luarquesas Paz García y Lidia Rico, que reivindican el trabajo de vestir a los santos, una tarea silenciosa y minuciosa, pero no por ello menos importante: "El de las camareras es un trabajo que no se ve, nadie sabe que existes y no se conoce, pero es muy necesario".

García heredó de su madre Paz Rodríguez "Pacita" esta tarea. No sabe hasta cuándo se remonta esta costumbre, pero, en la historia reciente, siempre han sido las mujeres de su familia las encargadas de tan importante labor. "Es una tradición en mi familia, lo hizo mi madre, mi abuela, mi bisabuela...Mi madre vivía para y por el Nazareno y ejerció de camarera hasta el final de su vida. El año pasado fue el primero que faltó", cuenta García. De niña participaba junto a su familia en los preparativos en la capilla de La Atalaya, donde se cobijan las tallas durante el año, pero no fue hasta hace unos treinta años cuando empezó más en serio con este quehacer, que ahora desarrolla en solitario junto a su cuñada Lidia Rico. "Lo hacemos porque nos gusta y es gratificante ver los santos guapos, arreglados", cuentan estas mujeres.

Las camareras desvistiendo al Nazareno.

Las camareras desvistiendo al Nazareno. / Tania Cascudo

Ambas se citaron este sábado, a primera hora de la mañana, en La Atalaya para desvestir y vestir con sus atuendos de gala al Nazareno, el San Juan y la virgen de La Dolorosa. "Ahora mismo tienen la ropa del invierno, que es buena, muy antigua, pero tienen trajes nuevos que son los que lucen en las procesiones", cuenta Paz García. El Nazareno en concreto tiene dos túnicas para procesionar y se van alternando en cada edición de la Semana Santa. En esta ocasión, lucirá el más antiguo, una impresionante túnica malva con bordados en hilo de oro. "En Luarca se le tiene mucho cariño a este traje y es precioso", apunta García, mientras lo muestra.

Paz García muestra el traje que lucirá el Nazareno este año.

Paz García muestra el traje que lucirá el Nazareno este año. / T. Cascudo

En el caso del Nazareno, lo más complicado de ajustar es el cíngulo, el cordón dorado que le rodea el pecho, pero cada talla tiene sus particularidades. "En el San Juan lo más difícil de poner es el manto y la Virgen es la que nos lleva más tiempo porque se viste con diferentes prendas y con muchos más detalles como el pañuelo o la corona", precisa Paz. No es solo quitar y poner la prenda, sino que para que los ropajes se ajusten hay que colocar alfileres ocultos a la vista que permiten componer el efecto final deseado. Esos alfileres se deben quitar primero de la ropa de invierno y luego ajustarlos a las nuevas prendas.

Paz y Lidia no están solas en la capilla, sino que tienen la ayuda de un equipo de integrantes de la Real Hermandad del Buen Jesús Nazareno capitaneado por el hermano mayor, Ignacio Méndez. Ellos se encargan de bajar las tallas para desvestirlas y las colocan una vez vestidas en los tronos donde desfilan. "Una vez que las colocan en los tronos tenemos que hacer los retoques finales", cuentan las camareras, que calculan unas tres horas de trabajo para que todo esté a punto para la bajada de las tallas el próximo martes.

Lidia muestra el detalle de la túnica que lucirá el San Juan.

Lidia muestra el detalle de la túnica que lucirá el San Juan. / Tania Cascudo

La Real Hermandad del Buen Jesús Nazareno cobija los trajes en un local junto a la capilla de La Atalaya y, precisan las camareras, cada año se guardan con mucho mimo para que no se deterioren. Ese cuidado extremo contribuye al buen mantenimiento de las prendas con las que , confiesan las camareras, no han tenido que lamentar ningún susto. "En las procesiones siempre pueden pasar cosas, pero no nos encontramos con problemas", precisan. Ellas aguardan, como el resto de los valdesanos, el inicio de unas celebraciones especiales en Luarca. "La Semana Santa tiene mucha tradición en Luarca, es algo de toda la vida y, sobre todo si está bueno, la villa se llena. Bueno, el Jueves Santo, el día del Nazareno, se llena aunque llueva. Tenemos subido a la capilla diluviando, pero hay mucha devoción", cuentan estas mujeres.

El trajín en La Atalaya es continuo este fin de semana. Hay mucho que ultimar para el pistoletazo de salida del martes, cuando las tallas bajarán en procesión hasta la iglesia de Santa Eulalia, que será el epicentro de las celebraciones religiosas de la Semana Santa luarquesa.