Cientos de personas arropan al Nazareno en la tradicional procesión de bajada que abre la Semana Santa de Luarca

La valdesana Alexia Guardado tiene 37 años y desde que tiene uso de razón recuerda haber participado en la Semana Santa de Luarca. «Nunca fallé al Nazareno, es algo que viví desde niña con mi familia y me encanta», relata. Por eso, cuando el año pasado se permitió que las mujeres fuesen costaleras no se lo pensó dos veces y debutó llevando a La Verónica. No solo eso, sino que participó en las procesiones acompañada de su marido y su hijo, al que quiere inculcar su devoción. Esta joven familia, que este martes participó de nuevo en la procesión de bajada de las tallas desde la capilla de La Atalaya a la iglesia de Santa Eulalia, simboliza el relevo y el futuro de la Pascua luarquesa. «Yo no quiero que esto se pierda», añade Alexia, dispuesta a arrimar el hombro para que perdure la tradición.

Decenas de personas acudieron a las siete de la tarde de este martes a la cita en La Atalaya con la Real Hermandad del Buen Jesús Nazareno, en una jornada soleada y calurosa que regaló preciosas imágenes a los asistentes. Pasaban diez minutos de la hora cuando las tallas empezaron a asomar por la pequeña capilla. La cita de este año fue la primera de normalidad absoluta tras la pandemia, en la que ya se pudo desfilar sin mascarillas.

La procesión de bajada es especial para los luarqueses, pues supone el regreso del Nazareno a las calles de Luarca tras un año de espera. «La bajada es una cita obligada por ser el comienzo solemne de la Semana Santa y porque constituye el primer día de la Novena. La devoción al Nazareno une a Valdés, está en el corazón de todos», sostiene el párroco luarqués, Emilio Menéndez, que preside la Real Hermandad que se ocupa de la Semana Santa de Luarca.

Alrededor de setenta personas participaron activamente en la procesión de este martes, porteando las diferentes tallas, las cruces y los estandartes. Aunque cuesta dar con todas las personas necesarias, el hermano mayor, Ignacio Méndez, respiraba aliviado unas horas antes de la salida al saber que contaba con la gente suficiente. Además, está encantado con que cada año sean más las mujeres que se suman a las celebraciones. El año pasado había en torno a diez disponibles y, en esta edición, cuenta con doce dispuestas a ejercer de costaleras en los días de procesión.

«Además, da gusto ver que cada año se implica más gente joven y también muchos niños. Son nuestra cantera y hay que cuidarlos para que esto tenga relevo», añade Méndez. En este sentido, Alexia Guardado agradece al colectivo que se esté volcando en fomentar el relevo y la participación. «Poder ser porteadora el año pasado por primera vez me hizo mucha ilusión, sentí una emoción brutal. Las imágenes pesan mucho, pero, si tienes ilusión, presta ayudar, yo bajé en una nube», señala Guardado, que este martes volvió a portear a La Verónica junto a otras mujeres. Además, está dispuesta a dejar su sitio libre si alguien más quiere probar una experiencia que recomienda: «Está guapo ir arreglada a ver la procesión, pero si te sientes bien haciéndolo y te gusta, lo verdaderamente emocionante es llevar una imagen».

El Hermano Mayor subraya que el Nazareno «es una institución en Luarca, incluso para gente que no es practicante». De ahí que sean multitud las personas que acompañan a esta imagen en su primera salida del año. La procesión de bajada está encabezada por La Verónica, le siguen San Juan y La Dolorosa, y cierra el Nazareno. Pasarán los próximos días en la iglesia de Luarca, que acostumbra a reunir a muchos devotos estos días.

La próxima cita destacada, antes de las grandes procesiones de Miércoles y Jueves Santo, será el día de Ramos, con la procesión de la Borriquilla.