Cada mes de julio se celebra en la parroquia de Aristébano (Valdés) una de las convocatorias con más solera de la cultura popular asturiana: la boda vaqueira. El fuego se acercó ayer a la braña donde cada verano se celebra el enlace matrimonial de una pareja por el ancestral rito vaqueiro, en memoria de un grupo humano que hunde sus raíces en la legendaria trashumancia asturiana. Pero las llamas no amilanarán la fiesta, aunque quisieron cebarse con la pequeña capilla, derribando parte de la techumbre.
"Creo que la boda saldrá adelante, dicen que ya hay hasta novios y todo", se congratula Ana García, que regenta el único bar de la localidad de apenas trece vecinos junto a su marido, Amador Verdasco, y su hija Elvira. "El fuego fue viniendo desde Fuentes, empezó a subir rapidísimo… ¡y llegó hasta la capilla!", lamenta Amador. Sin embargo, la única firma que dejó el incendio en la pequeña ermita de Aristébano son un puñado de escombros en el suelo y un reguero de ceniza que tiznan las paredes.
El bar de los Verdasco tampoco resultó castigado por el fuego, a pesar de que "se acercó mucho", tercia Ana García. Un prado anexo, asegura Amador, contuvo las llamas. A pesar de no haber sufrido daños materiales, el temor a la tragedia aún perdura. "La noche fue muy triste. Tuvimos que irnos a Tineo a dormir a casa de una hija nuestra", prosigue García. "El fuego subió muy rápido, como un relámpago", recuerda Amador, con los ojos abiertos como platos y un halo de congoja en la voz que se mantiene. Mientras tanto, Elvira, más afectada que sus padres, no puede apenas contener las lágrimas.
Alfredo Martínez evoca el origen del incendio mientras pasea en torno a los vastos prados que rodean la parroquia. "Mi mujer fue a trabajar el miércoles a eso de las 8 de la tarde. Le mandaron volver casi al momento. A medianoche el fuego ya estaba aquí". En Naraval, asegura, la Guardia Civil aconsejó a los vecinos pasar la noche en la plaza que circunda la iglesia del pueblo. "El fuego no pasó por encima de allí por el viento", apunta Martínez.
El incendio, en Aristébano, se apiadó de lo importante: la iglesia y el bar. Ya se sabe que un pueblo, para considerarse tal, ha de tener cura y tabernero... Y en este caso también boda vaqueira como Dios manda.