El laboratorio subterráneo de Canfranc impresiona a los estudiantes del Noroccidente: "Es muy grande y se hacen experimentos increíbles"

"Este concepto de escuela científica es nuevo para nosotros, una apuesta fantástica", afirma Carlos Peña, el científico de Vegadeo que dirige el centro de investigaciones de Huesca

T. Cascudo

El Laboratorio Subterráneo de Canfranc, en Huesca, está dejando cautivados a los 46 estudiantes de cinco centros educativos del Noroccidente que desde el lunes participan en el viaje organizado por el Foro Comunicación y Escuela, de Vegadeo. "Habíamos visto imágenes del laboratorio, pero verlo en persona fue muy guay porque es muy grande y tiene muchos experimentos enormes y muy interesantes", resume la estudiante valdesana María Jesús Lidia Menéndez sobre esta experiencia novedosa que cuenta con el patrocinio de la empresa láctea Reny Picot.

Los institutos Elisa y Luis Villamil (Vegadeo), Marqués de Casariego (Tapia), Carlos Bousoño (Boal), Galileo Galilei (Navia) y Carmen y Severo Ochoa (Luarca) participan en la iniciativa junto a los tres centros educativos de Jaca (Huesca) dentro de un programa de nueva creación que está resultando un éxito tanto a ojos de los estudiantes como de los docentes y de los propios investigadores. "Este concepto de escuela científica es nuevo para nosotros. Es una idea que surge en conversaciones con el Foro y que vimos como una apuesta fantástica", explica Carlos Peña Garay, el científico de Vegadeo que dirige el Laboratorio Subterráneo de Canfranc.

Los estudiantes en el túnel de Canfranc.

Los estudiantes en el túnel de Canfranc. / R. T. C.

Peña Garay indica que la idea de este viaje no era que los chavales (todos con edades entre los 13 y los 14 años) acumularan conocimiento, sino que descubrieran el método científico y cómo dar respuesta a las preguntas que se plantean los investigadores. "La respuesta de los chavales es fantástica como siempre. Te sorprenden con algunas cuestiones y planteamientos muy ingeniosos, por eso creo que estamos en buenas manos", añade el de Vegadeo, quien se esforzó por trasladar a los niños que no importa su procedencia y que el camino de la ciencia está abierto a cualquiera con interés y pasión.

Los chavales a su llegada al Laboratorio Subterráneo de Canfranc.

Los chavales a su llegada al Laboratorio Subterráneo de Canfranc. / R. T. C.

"La experiencia les sirve para tener referentes, que vean cómo son los investigadores del laboratorio y que piensen que podrían ser ellos", detalla Peña, convencido de que estos días en Canfranc generarán una "expectativa" entre los estudiantes. Ahora saben que "dedicarte a la ciencia, estar en un centro de referencia y competir a nivel internacional en diseñar experimentos y entender lo que vemos y no vemos en el universo está al alcance de cualquiera, independientemente de dónde resida o dónde esté estudiando", añade el director de este centro ubicado a ochocientos metros bajo tierra.

A Nadia Gayol, estudiante del instituto de Tapia, la experiencia le está resultando "muy emocionante", sobre todo, por la oportunidad de descubrir que en el universo "están pasando muchas cosas de las que no nos damos cuenta a simple vista". Y es que en Canfranc se desentrañan algunos de los misterios del planeta, gracias a proyectos tan punteros como el del gran telescopio (será del tamaño de un edificio de veintitrés plantas) que lidera Japón y que , subraya Peña Garay, "nos va a permitir explorar el cielo de una forma mejor y nueva". Este proyecto sorprendió a los estudiantes, pero también los experimentos que ellos mismos han protagonizado como el de la medición del radón.

Los chavales participan en uno de los experimentos.

Los chavales participan en uno de los experimentos. / R. T. C.

 A Álvaro Pérez, estudiante de Vegadeo, el experimento que más le gustó fue uno ligado a los rayos cósmicos. A este joven le sorprendió el tamaño del túnel subterráneo que es "más grande de lo que esperaba". Tanto él como sus compañeros han alucinado con el trabajo que se hace bajo el pirineo aragonés y también con la lentitud del trabajo científico. "El procedimiento es mucho más largo de lo que yo pensaba", apunta la luarquesa María Jesús Lidia Menéndez, que también está encantada con la buena convivencia que están teniendo con los chavales de los otros centros invitados. "Me daba miedo porque soy vergonzosa, pero son todos muy majos y estoy haciendo amigos", relata.

"La vida del científico es muy estricta y muy larga, porque un proyecto dura mucho, no es un día o dos", añade la estudiante de Navia Miriam Sánchez. Por su parte, Telma Ruíz, del Carlos Bousoño, comenta lo "interesante" que está resultando el proyecto: "No me lo esperaba así. Pensé que sería sentarte y aprender conceptos, pero nos están explicando todo para que entendamos el por qué de lo que nos cuentan". La rama científica estaba entre sus apuestas de futuro y esta experiencia le está ayudando a verlo con más claridad.

Foto de grupo en Canfranc.

Foto de grupo en Canfranc. / R. T. C.

Los profesores que acompañan a los estudiantes consideran que el viaje, que termina este viernes, ha superado todas las expectativas previstas. "Creo que mejor no se puede hacer. El laboratorio está haciendo un trabajo espectacular contando a los estudiantes conceptos complejos de manera fácil y dando una visión maravillosa de la ciencia", apunta Pilar Fernández, docente de Vegadeo.

Por su parte, el profesor valdesano Sergio García aplaude la "impresionante labor de divulgación" que está haciendo el equipo de Canfranc. "Son físicos teóricos que están hablando de neutrinos, física cuántica y astrofísica, y conseguir enganchar al alumnado y que sean capaces de entender los experimentos que hacen aquí es muy difícil", sostiene, al tiempo que envidia el nivel de atención que los investigadores están logrando en todas las sesiones. "Ya lo quisiera yo en mis clases, están todos enganchados. Los estudiantes son esponjas y lo están disfrutando muchísimo", añade.

Una de las sesiones de trabajo en Canfranc.

Una de las sesiones de trabajo en Canfranc. / R. T. C.

Los profesores coinciden en destacar la visión que los chavales se llevan de la ciencia, siendo ahora conscientes de que requiere tiempo, años de trabajo y espera. "Cuando nosotros enseñamos la materia condensamos muchos años de investigación y descubrimientos en poco tiempo y, ahora, se han dado cuenta de que es una labor con mucha pasión y vocación y que no todo sale bien ni a la primera", señala Sergio García. Los chavales del Occidente dejarán este viernes Canfranc, pero, a buen seguro, tardarán en olvidar estos cinco días en un equipamiento español que está considerado una referencia a nivel mundial.