El secreto de la cala de El Figo, en Tapia: Esconde el mayor depósito descubierto en Asturias de morteros romanos

Los geólogos alertan de que las milenarias piezas de piedra, ligadas a la explotación de oro de Salave, están fracturadas, erosionadas y colonizadas por las algas

La cala de El Figo, en la costa tapiega, esconde un secreto. Además de presumir de belleza natural, alberga la mayor concentración de morteros pétreos romanos descubierta hasta la fecha en Asturias. Confundidas entre las rocas, sobreviviendo a los embates del Cantábrico, estas piezas de dos mil años de antigüedad aguardan su rescate para evitar lo que sería una irreversible pérdida.

Los morteros, elaborados en cuarzo, cuarcita y gabro, y que presentan entre una y cuatro cazoletas de impacto en la superficie, están ligados a la explotación minera a cielo abierto que los romanos efectuaron en el yacimiento de Salave, que todavía alberga bajo tierra una de las mayores reservas de oro de Europa. Los geólogos Evaristo Álvarez, Beatriz González y el recientemente fallecido Eduardo Menéndez iniciaron en 2018 el estudio de esta concentración de "artefactos mineros" y han inventariado un total de cincuenta y cuatro piezas en la zona costera intermareal de la cala de El Figo.

Una de las piezas más llamativas.

Una de las piezas más llamativas. / Tania Cascudo

"Están sometidos a una gran actividad marina erosiva, que tiene consecuencias que afectan tanto a su visibilidad como a su conservación", alertan en sus estudios los geólogos, para los que, "en general, la conservación de las piezas es regular, muchas de ellas están fracturadas, erosionadas y colonizadas por algas". De hecho, el invierno es el mejor periodo para su identificación, pues están libres de algas.

El primer artículo que recoge la existencia de estas piezas en El Figo fue firmado por el arqueólogo Ángel Villa en 2010. No volvió a hablarse más de los morteros hasta 2018, cuando los citados geólogos ponen en marcha su investigación en la zona oeste de la cala tapiega, una zona popularmente conocida como Ribeiría de El Figo. Es en 2019 cuando publican el primer artículo científico, dando cuenta de esta concentración de piezas romanas y así lo notifican a la Consejería de Cultura, que, en marzo de 2020, les remite un documento de agradecimiento por el hallazgo. Patrimonio anuncia entonces la inclusión de la Ribeiría de El Figo en el conjunto arqueológico de la explotación minera de Salave. También se compromete a estudiar la posibilidad de recuperar "los morteros más notables". A preguntas de LA NUEVA ESPAÑA, fuentes de la Consejería indican ahora que se están estudiando las posibles opciones para la recuperación de las piezas, dado el difícil acceso (se baja por un sendero peatonal) que posee la cala.

El arqueólogo, ante una de las piezas. | T. C.

El geólogo, ante una de las piezas. | T. C. / Tania Cascudo

Investigación

La exhaustiva investigación realizada por el equipo de geólogos ha permitido documentar cada una de las piezas y también poner sobre la mesa algunas hipótesis, tanto sobre su uso como sobre su emplazamiento original. No en vano, es poco probable que originalmente se ubicaran a orillas del mar. Los investigadores apuntan a una zona de laboreo minero, que debió de estar en la zona alta del acantilado, a tan solo cien metros del cielo abierto. Los geólogos exponen que tampoco hay unanimidad sobre el uso de estos morteros, aunque la tesis más extendida, apoyada por expertos como Ángel Villa, apunta a su función como bases de mortero para la molienda de mineral. Sobre ellas se colocarían cuatro pistones movidos por la fuerza hidráulica que permitirían la trituración de los materiales extraídos de la mina.

En algunas de las piezas localizadas en El Figo, que rondan los doscientos kilos de peso y están muy erosionadas por efecto del oleaje, se aprecia un doble uso por las dos caras de la pieza. En este sentido, los geólogos trabajan ahora con la teoría de que las piezas elaboradas en gabro pudieron usarse para la trituración y el machaqueo, dejando los cuarzos para la ejecución de la molienda. "Es lo que parece aquí", apunta Evaristo Álvarez, quien explica que los mejores ejemplares de El Figo son los elaborados en gabro.

Los geólogos consideran que este hallazgo requiere atención, como también la merecen los restos de la antigua explotación minera de Salave. "La investigación arqueológica se encuentra estancada y reducida a informes poco entusiastas encargados por empresas mineras", apuntan. A su juicio, las piezas podrían convertirse en un importante referente y en un recurso turístico de primer orden para Tapia.

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