Las incertidumbres de un cultivo de gran arraigo en Asturias
El mayor productor de faba de Asturias ve negro el futuro: "Trabajar como un burro y encima perder dinero no tiene sentido"
Abel Fernández, de Villayón, vendió en 2022-2023 un total de 10.388 kilos de faba certificada y por ello recogerá el galardón que le reconoce como el mejor recolector de la región. Sin embargo, acaba de procesar la peor temporada de su vida, pues duda llegar a los 2.000 kilos
![Abel Fernández muestra un puñado de fabas y, al fondo, tiene las fincas que cultiva.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/d9796cf6-4c09-4fda-937a-484b614a8927_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Abel Fernández muestra un puñado de fabas y, al fondo, tiene las fincas que cultiva. / T. Cascudo
Abel Fernández cierra 2024 recogiendo, por segundo año consecutivo, el título al mayor productor de faba dentro de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Faba Asturiana. El reconocimiento a su cosecha del ciclo 2022-2023 llega en mal momento, pues acaba de completar la recogida de la peor campaña de sus más de veinte años incorporado al sector. "No veo futuro", dice sin contemplaciones este agricultor de Villayón ante un panorama incierto para este cultivo de gran arraigo en Asturias.
Los premios de la IGP Faba Asturiana y Verdina de Asturias Marca de Garantía se entregarán este viernes en una gala que se celebrará en Luarca y al productor de Arbón le reconocen por los 10.388 kilos "de producción vendida amparable" en 2022-2023. Sin embargo, a este agricultor no le interesan los reconocimientos y los cambiaría sin dudarlo por haber cerrado este año con una cosecha aceptable. La realidad es tozuda y, como mucho, logrará salvar 2.000 kilos de producto de su plantación de seis hectáreas en Arbón. "Creíamos que la del año pasado sería la peor de la historia, pero esta lo supera", lamenta.
![Abel Fernández muestra un puñado de las mejores fabas logradas este año.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/c9ddca36-9ff3-42c6-8a9b-29ff157b3da8_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Abel Fernández muestra un puñado de las mejores fabas logradas este año. / T. Cascudo
La nefasta cosecha se debe al impacto de una "impresionante" plaga de gusanos, al hongo de la antracnosis, derivado de la alta humedad y el calor y, lo peor, a la grave afección del ácaro blanco. "Ves las fabas que se empiezan a poner negras y no hay productos que lo pare. Arrasa todo, la finca entera", cuenta.
Su argumentación sobre el negro futuro del sector se basa en dos aspectos. Por un lado, el cambio climático que hace muy difícil el trabajo en el campo porque "ahora hiela en mayo y en diciembre la gente va en pantalón corto, está todo cambiado". Y, por otro lado, por la progresiva eliminación de los tratamientos más efectivos para combatir las plagas. "Sulfatamos más veces que nunca, con unos tratamientos carísimos que no hacen efecto y solo logran empeorar la cosecha. La tendencia es a ir prohibiendo cada vez más productos y ya no nos queda nada efectivo que echar".
Por eso, en su cabeza ya ronda la idea de abandonar el sector. No puede por el momento ya que hace tres años recibió una ayuda para construir una nave que le obligaba a seguir cinco años, pero, una vez superado ese periodo, tomará decisiones. Por lo pronto va a sembrar menos y a apostar más por la verdina, que es más dura y resistente a las plagas que la faba.
Abel Fernández no oculta que en los años buenos sacó mucho dinero de la faba, pero también expone con crudeza que este año no solo no va a ingresar un duro, sino que va a perder del orden de 30.000 euros. "En crudo saqué un 40% menos de faba y de esa cosecha solo está buena entre un 15 y un 20%", cuenta. Es verdad que la escasez de faba subirá el precio del producto hasta los 14 euros, pero no alcanza para cubrir sus gastos. "El año pasado vendimos a 11 y este año a 14, pero yo prefiero vender más barato y tener producción", reflexiona.
También se muestra crítico con las ayudas articuladas por el Principado y anunciadas recientemente. Por un lado, los productores de faba certificada recibirán más ayudas de la Política Agraria Común (PAC), en concreto 635 euros por hectárea frente a los 63 euros que recibían hasta ahora, a lo que hay que sumar la ayuda extraordinaria prevista para paliar la mala cosecha. "Creo que la gente está muy engañada con las ayudas. Los negocios tienen que subsistir por sí mismos, no con subvenciones", señala.
Cuenta Abel que el año pasado trece productores dejaron el sector y cree que este año serán más. A él la faba le gusta. Empezó ayudando a sus padres, hasta que en 2002 se incorporó. "Lo que más me gusta es que yo organizo mi tiempo, pero hay que abrir los ojos. Trabajo sin descanso y tengo muchas preocupaciones y problemas, además de papeleo por un tubo. Eso sin hablar de los daños de la fauna salvaje o la dificultad para encontrar mano de obra. Trabajar como un burro y encima perder dinero no tiene sentido", reflexiona.
De momento, el viernes recogerá en la gala de Luarca su título de mayor productor, una cosecha de récord que teme no volver a ver nunca más.
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