La vida del funcionario que cree ser el más antiguo de España: 50 años trabajando en el Ayuntamiento de Valdés
"Ahora me dicen que soy el número uno de esta Casa por mi antigüedad, yo siempre digo que soy dos: antes está el alcalde" , dice Luis Fernando Méndez, quien empezó a trabajar con 14 años

Luis Fernando Méndez, "Laurido", en su despacho. / A. M. S.
-¿Contento con la jubilación?
-Sí, por qué no. Estoy contento y agradecido.
Responde a la pregunta el luarqués Luis Fernando Méndez del Río-Miranda, más conocido como "Laurido". "Sin quererlo" es noticia porque puede ser el jubilado con más años cotizados de España: 50 el próximo uno de febrero.
De padre valdesano y madre veigueña, Luis empezó a trabajar con 14 años. "Lo recuerdo perfectamente", advierte. Mes, agosto. Año, 1974. "El conserje del Ayuntamiento aceptó un trabajo en Madrid y mi padre, entonces policía municipal, le dijo al alcalde que podía yo encargarme de repartir el correo en el Ayuntamiento", dice. No sabía entonces que aquel sería el primer día de empleado municipal de muchos: cinco décadas. Eso sí, empezó a cotizar con 15 años. Tuvo que esperar unos meses más para poder estar en nómina porque no tenía documento nacional de identidad.
Compaginaba el trabajo con los estudios. "Todo iba bien; por la mañana, en el Ayuntamiento y por la tarde, en Maestría", cuenta. Estudió administrativo y cuenta a modo de anécdota que era uno de los más rápidos con la máquina de escribir "porque me gustaba mucho". Lo que el resto hacía en cinco minutos, "Laurido" lo resolvía en dos. Empezó repartiendo el correo por los despachos del Ayuntamiento de Valdés, siguió transcribiendo a máquina manuscritos de otros funcionarios. Pasaron los años y Luis «Laurido» vio crecer y cambiar el Ayuntamiento, también sus tareas. "Ahora me dicen que soy el número uno de esta Casa por mi antigüedad, yo siempre digo que soy dos: antes está el alcalde" , advierte.
Nadie lo dice, pero todo el mundo lo sabe: es una persona muy querida a la que le gusta la discreción. Aún así, tendrá una merecida y especial despedida. En el Ayuntamiento sonríen al oír que "‘Laurido’ es noticia". Luis sonríe detrás de el montón de papeles que se acumulan en su mesa de trabajo, esa que se encuentra en una pequeña sala del Ayuntamiento que comparte con otro funcionario. "Tengo mucho que hacer", recuerda. Él se confiesa tranquilo y quizás esa tranquilidad le ayudó en la vida para tener tres cosas: suerte, las ideas claras y constancia en el trabajo. No se arrepiente de no pensar ni por un momento , "ni a los 20 ni a los 25", en dejar una empresa que "siempre está ahí". "Es la gran ventaja del funcionario, la que conocemos todos; que tienes sueldo para toda la vida". Ríe.
Su vida de empleado municipal en Valdés solo estuvo interrumpida por el entonces obligatorio servicio militar. Fue en 1980. En 1981 acabó la mili y siendo cabo de graduación le ofrecieron continuar como militar. "No acepté. Ya era funcionario y tenía mi trabajo en Luarca a cinco minutos de mi casa", resume. Para Luis "Laurido" es muy importante vivir en su villa natal (nació en la calle Lobo de Luarca con seis meses y poco peso: "No me daban una semana, pero aquí estoy") y poder ir caminando a su puesto de trabajo. "Tengo compañeros que vienen desde Gijón y Avilés; si es que tengo suerte...", opina.
Su primer sueldo: 2.500 pesetas. Pese a haber cotizado casi cincuenta años esperará a tener 65 años justos, es decir, al próximo mayo, para poder jubilarse. Pensaba en hacerlo antes, pero esa decisión penalizaba su futura retribución. "Por un año, prefiero seguir", dice.
A "Laurido" no le gusta contar anécdotas, aunque tiene muchas y variopintas. "Podría escribir un libro", confiesa. Una de ellas, tiene que ver con su sueldo. Era un adolescente con muchas posibilidades, aunque fiel a su carácter y educación, "yo entregaba todo el dinero en casa, en concreto a mi madre", revela. Las 2.500 pesetas, daban para mucho porque entonces costaba "un vino cinco pesetas y una copa, 25 pesetas".

Luis "Laurido", en el Ayuntamiento de Valdés. / A. M. S.
El luarqués también recuerda con gracia como antaño los vecinos de Valdés que vivían lejos de Luarca querían resolver sus asuntos con el Ayuntamiento "en el día". "Dejaban 100 pesetas al funcionario y todo resuelto; estaban encantados porque podían irse con una solución", cuenta. Una tercera anécdota que quiere compartir: quisieron "ficharme con 21 años para un sindicato, pero no acepté".
Se casó con 27 años y tuvo dos hijos. No cambiaría nada de todo lo que vivió en el Ayuntamiento. Siempre fue una persona cercana que intentó "mediar cuando había problemas". Quizás por ello es tan querido. Además, sabe a la perfección cómo funciona el Ayuntamiento. Para hacer esta entrevista lleva de apoyo unas breves notas. Fue funcionario con varios alcaldes. A saber, Román Suárez Blanco (quien le contrató), Delfín Blanco, Joaquín Morilla, Jesús Landeira, Juan Fernández Pereiro, José Modesto Vallejo, Simón Guardado y ahora Óscar Pérez.
La pena que se lleva es no haber podido repartir suerte a través del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad. Las pasadas navidades encargó el mismo número que desde hace 37 años y es el oficial del Ayuntamiento de Valdés. No pudo ser.
En su tiempo libre, próximo a llegar, tiene una idea de lo que hará. Eso que tanto le gusta: caminar y estar con sus amigos. Es sidrero y luce en su camisa un pin de un escanciador. Le trae buenos recuerdos de juventud, cuando se convirtió en un indispensable del grupo de amigos. No tiene nada que ver con su oficio de funcionario, pero le gusta contarlo: en un año escanció 8.000 botellas.
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