Picando de puerta en puerta, "como se hizo siempre", el sistema (en desuso) del grupo de voluntarias de Manos Unidas de Navia para recaudar más dinero solidario
"La gente colabora más porque se informa en persona de los proyectos que se financian", dice una de las naviegas que abre la puerta de su casa a la organización

A.M.S

Justi Alonso (80 años) escruta su reloj de pulsera. Han pasado horas desde que se encontró con sus "amigas y compañeras" del grupo de Navia de Manos Unidas. Y, más que eso, "duelen las piernas y cuesta subir las calles más empinadas". A nadie de las presentes se les escapa el valor que tienen estas mujeres, que hacen que el grupo recaude fondos gracias a una práctica tan encomiable como controvertida en los tiempos que corren: picar puerta a puerta en todas y cada de las viviendas de Navia para pedir dinero. Este año el proyecto está dirigido a Belén (Palestina). Quieren colaborar con la atención sanitaria de mujeres y niños a través del hospital Holy Family. El Arciprestazgo de Eo-Villaoril es el que ha elegido el proyecto (se necesitarían 108.623 euros).
"A veces somos bien recibidas en las casas, otras dejamos el sobre en el buzón, como se hizo siempre", dice María Luisa Villanueva, la fiel e histórica líder de este grupo, uno de lo que más fama tiene del Occidente por la cantidad económica que dona cada año. "Si vamos por la calle, la gente puede preguntar sobre el proyecto; sabe quiénes somos y que todo lo que da, llega", resume Ángeles Fernández (miembro activo del grupo Manos Unidas de Navia), para justificar este apurón que se dan esta semana, en plena campaña "Contra el hambre".
En el grupo a veces incluso surgen las discrepancias, "como en la vida". Hay solución. Estas mujeres logran superar sus diferencias, poner límites y perseguir el objetivo sin egocentrismo: "Todavía hay gente que pasa muchas necesidades básicas y eso es lo que importa", señala Villanueva, una mujer idealista y comprometida a la que todo el mundo conoce en Navia.

Conchi (prefiere no dar su apellido) recibe a Maruchi López y Justi Alonso. / A. M. Serrano
Pasean calle por calle y los naviegos reconocen sus caras. Muchas personas se paran a hablar con estas personas comprometidas que llevan en la mano el sobre de Manos Unidas. "Ya vais". "Cómo va todo". Se repiten las frases que demuestran cariño. Puerta a puerta, uno se puede encontrar con respuestas de todo tipo. "Con el paso de los años ya sabes a quién picas; aquí nos conocemos todos", añade Fernández.
LA NUEVA ESPAÑA acompaña a las mujeres en uno de los días de periplo, "de pedir". Al otro lado de la puerta, tras sonar el timbre, abre en este caso la naviega Conchi (prefiere no decir su apellido). "Colaborar es lo que hay que hacer", dice con aplomo. Está "convencida" de que la sociedad será "mejor en el futuro" y ese optimismo no siempre es compartido por Maruchi López, miembro del grupo Manos Unidas de Navia, que está al otro lado de la vivienda. "Se ve de todo", apunta, pero Conchi recoge amable el sobre, pregunta dónde dejarlo con el donativo ("¿en la iglesia, como siempre?") y ahonda en sus reflexiones. Ella cree en la solidaridad y asegura que cada uno la manifiesta y trabaja a su manera. "Ahí tenemos el ejemplo de los jóvenes, que luchan a su manera y están más implicados de lo que parece", opina.
Mari Cruz González es una vecina de Navia que también abre la puerta con una sonrisa y cara de sorpresa. Conoce a las personas que pican: María Luisa Villanueva y Ángeles Méndez. Pese a ello, la última le explica el motivo de la visita. Mari Cruz González escucha con educación y al final, lo confiesa: "Sí, ya estoy enterada del proyecto que queréis financiar este año". Más tarde, revela que es una fiel colaboradora y explica el motivo: "No hay mejor grupo de personas; ¡qué bien lo hacen!", exclama. Sobre picar o no en las puertas, esta naviega tiene claro que es una buena práctica. "La gente colabora más porque se informa de los proyectos que se financian", opina.

Por la izquierda, María Luisa Villanueva, Mari Cruz González y Ángeles Méndez. / A. M. Serrano
Ángeles Méndez asegura que "enriquece" conocer el lado solidario de la gente. "Es maravilloso". María Luisa Villanueva advierte de que se necesita tiempo y tenacidad para que la actividad de este tipo de grupo se mantenga en el tiempo. "Tenemos las rodillas como las tenemos", bromea, "pero tenemos también que buscar a la gente que colabora". Los números están ahí: si no se va puerta a puerta, la recaudación desciende, tanto como la mitad. Este año, como siempre, esperaban batir récord de donación, todo con destino a Belén.
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