La sonrisa de María del Mar Rodríguez bien vale un Vegadense del año: "Mis pacientes me lo dan todo y con ellos aprendí"

"Conocer a la gente y mirarles a los ojos te da muchas pistas de lo que ocurre, también satisfacciones y aprendizaje", señala la enfermera del centro de salud de Vegadeo

María del Mar Rodríguez en la puerta de su consulta, en el centro de salud de Vegadeo.

María del Mar Rodríguez en la puerta de su consulta, en el centro de salud de Vegadeo. / T. Cascudo

Vegadeo

Basta cruzar una mirada con la enfermera María del Mar Rodríguez para hacerse una idea de la razón que la hace acreedora del XXVII Premio Vegadense del año, un distintivo que concede anualmente la asociación Amigos de Vegadeo y su concejo. El jurado reconoce su "dilatada carrera profesional" y su "generosa dedicación", además de sus "indudables cualidades técnicas" y su trato "cercano, familiar y cariñoso tanto con los pacientes como con sus familiares". Esta profesional de mirada cálida y sonrisa sincera, recibe el premio "abrumada y agradecida".

"Fue una sorpresa y me provocó una mezcla de sentimientos, desde incredulidad a pensar que no merezco este reconocimiento por hacer mi trabajo. Es verdad que es mi vocación y me encanta. Los pacientes me lo dan todo y con ellos aprendí", señala en su consulta de la primera planta del centro de salud de Vegadeo. Rodríguez, a quien los pacientes se refieren como Mar o Marimar, nació en 1965 en la localidad de Santalla de Vilaosende, que, aunque pertenece a Ribadeo, está muy cerca de Vegadeo. "Aunque se fue a vivir a Santalla, mi madre nació en Beldedo, en la parroquia veigueña de Piantón y mi padre era comerciante y desde pequeña venía con él a Vegadeo y aquí tengo muy buenos recuerdos de infancia", señala.

María del Mar Rodríguez en la puerta del centro de salud.

María del Mar Rodríguez en la puerta del centro de salud. / T. Cascudo

Cuenta que desde el instituto tuvo claro que quería ser enfermera, primero tenía en mente ser matrona pero, cuando descubrió la enfermería en Atención Primaria, no tuvo dudas. "Desde el primer momento me gustó el contacto con los pacientes, sobre todo con las personas mayores, que son mi debilidad, así que decidí que era a lo que me quería dedicar", explica. Ejerció primero en las localidades gallegas de Paradela, Sarria y Villalba antes de recalar en Vegadeo. Y cuenta como anécdota que, estaba a punto de firmar un contrato para trabajar en el hospital de Burela (Lugo), cuando recibió la llamada ofertándole la cobertura de una baja en Vegadeo. No lo dudó.

En julio de 1988 empezó en el centro de salud veigueño, que antaño estaba donde hoy se emplaza el albergue municipal. Tras terminar el primer contrato llegó otro y así fueron pasando los años. Al tiempo que trabajaba, realizó la especialidad en Enfermería familiar y comunitaria y también aprobó dos oposiciones. Primero sacó plaza en el hospital de Jarrio y pidió una comisión de servicios en Vegadeo, antes de lograr sacar como definitiva la plaza que ocupó desde un primer momento en el consultorio veigueño.

Recién cumplidos los 60 años, la enfermera echa la vista a atrás y no se arrepiente de ninguno de los pasos dados en estos casi cuarenta años de trayectoria profesional. "Nunca me arrepentí y, si volviera a empezar, volvería a hacer lo mismo", señala. Lo que más le gusta de su quehacer es el trato y la relación de familiaridad que se genera con los pacientes. "Hay gente de la que me sé toda su trayectoria vital y eso es muy importante porque conocer a la gente y mirarles a los ojos te da muchas pistas de lo que ocurre, también satisfacciones y aprendizaje. Mis pacientes son parte de mi familia, se crea un vínculo muy especial y siempre agradeceré que me abrieran las puertas de sus casas en momentos muy vulnerables de su vida, eso no se olvida", añade, al tiempo que da cuenta de los grandes cambios, tanto tecnológicos como de atención, que ha experimentado su profesión.

Rodríguez en su consulta.

Rodríguez en su consulta. / T. Cascudo

Reivindica en este punto la importancia de la enfermería: "Sigue estando bastante invisibilizada, pero se nos valora más que cuando empecé. En estos años logramos independencia en el desarrollo de nuestra profesión y hacemos una labor muy completa pues, a parte de las técnicas de enfermería, realizamos labores de prevención de la salud o seguimiento a pacientes crónicos", expone. Además, la veigueña es tutora de los Enfermeros Internos Residentes (EIR). "Nos aportan mucho, nosotros les mostramos nuestra experiencia y ellos nos dan información nueva", añade.

La premiada tiene un recuerdo especial para el que fue su "compañero de fatigas" durante treinta años, el doctor Manuel de la Fuente, ya jubilado. "Fue como un hermano mayor para mí, respetuoso, leal, una gran persona y gran profesional. Llegamos a tener mucha complicidad y creo que fue una suerte encontrarme con él", señala, al tiempo que defiende el buen equipo con el que cuenta el centro de salud de Vegadeo.

"El equipo de Vegadeo es maravilloso y siempre tuvimos la suerte de estar muy unidos. Hay compañeros excepcionales", señala. Por este motivo le cuesta más entender que sea tan difícil lograr profesionales médicos. El área de salud de Vegadeo ha pasado una racha complicada, con muchos puestos sin cubrir durante meses, lo que ha generado sobrecarga de trabajo en los profesionales que como María del Mar han estado al pie del cañón. Lo que más lamenta es que la sobrecarga le reste tiempo a sus pacientes, pues es consciente de la importancia de escuchar sin prisas. "Hay que mirar a los ojos y, muchas veces, sentarte al otro lado de la mesa, ponerte del otro lado", concluye, demostrando las razones por las que el próximo 7 de agosto recogerá en Vegadeo el prestigioso Vegadense del año.

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