Las impresiones del nuevo recitador de l’Amuravela de Cudillero al día siguiente del sermón: "Me sentí seguro gracias a la gente"

Juan Luis Fernández agradece el apoyo y las muestra cariño tras recitar su primer sermón

Juan Luis Fernández y Fernardo López, recitador y apuntador de l'Amuravela, respectivamente.

Juan Luis Fernández y Fernardo López, recitador y apuntador de l'Amuravela, respectivamente. / Mario Canteli

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Cudillero

El nuevo recitador de l’Amuravela (el sermón sarcástico que todos los años se pronuncia en Cudillero para contar en pixuatu las noticias del último año a San Pedro), Juan Luis Fernández, nunca imaginó que su primer recital sería "tan bonito". No le pudieron los nervios "y me sentí seguro gracias al apoyo de la gente".

Juan Luis Fernández y Cesáreo Marqués se abrazan tras acabar el recital.

Juan Luis Fernández y Cesáreo Marqués se abrazan tras acabar el recital. / Mario Canteli

Juan Luis Fernández asegura que estaba menos nervioso que su apuntador, que también se estrenaba, Fernando López, y que "gracias al trabajo y los ensayos salió todos como se esperaba". Al hablar con él, se nota que está satisfecho, preparado para recitar el próximo año el que será su segundo sermón tras los 40 años en los que lo hizo Cesáreo Marqués. "Disfruté mucho", dice y eso se transmitió a un público entregado.

La plaza de La Ribera, hasta arriba

Este año, además, San Pedro se celebró un domingo. La plaza de La Ribera estaba llena de gente. Pero Juan Luis Fernández, pese a su juventud y, por el momento, nula experiencia en recitar el sermón, no defraudó. "Se notó en la cara de la gente", advierte.

Público durante el sermón.

Público durante el sermón. / Mario Canteli

Solo paró "tres veces" a tomar el típico "gotu de vino (blanco)" y no contó los momentos que vio interrumpido su recital por los aplausos. Sí sabe, por contra, cuáles fueron los versos que más gustaron a los vecinos de Cudillero. "Son dos historias locales, de un vecino que se desmayó y cayó al río y de unas vecinas que se quedaron encerradas en el cementerio". Juan Luis Fernández, a sus 36 años, respira aliviado y muestra todo el entusiasmo. El año que viene, "será difícil superarse".

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