César Alonso, ganador del Premio Tundra, sobre el lobo: "No es el culpable de todas las muertes de animales'"
"Gente que se gaste dinero en tener el monte limpio he conocido muy poca. La mayoría planta y se olvida hasta la corta, aunque haya ayudas para desbrozar"

César Alonso, en Vegadeo. / T. Cascudo
Dice el biólogo Alberto Fernández Gil que César Alonso Guzmán forma parte "de este pequeño puñado de guardas que aún resisten cuidando de la naturaleza, sospecho que por pura vocación, por respeto a sí mismos y, de nuevo, por gratitud hacia una naturaleza que todo nos ha dado". Alonso (Oviedo, 1972) es agente de la Guardería del Medio Natural desde hace casi treinta años y ejerce en el Occidente, pero también escribe desde que tiene uso de razón y es el flamante ganador del VII Premio Tundra de Literatura de Naturaleza. Es el primer premiado asturiano de este prestigioso galardón y su novela "Memoria de lobos y fuegos" llega este viernes a las librerías con prólogo de Fernández Gil, experto en lobos y fauna cantábrica. Este último dice haber encontrado en este trabajo, el sexto del autor afincado en Castropol, "eso tan raro y tan luminoso que es representar la realidad, en este caso, un tipo de verdad que atañe a la naturaleza y a la gente que la ama".
¿Contento por el galardón?
Fue muy emocionante recibir la noticia. El premio Tundra es el más importante de España de literatura de naturaleza y recibirlo es una satisfacción que no podía imaginar. En el jurado está gente como el sabio naturalista Joaquín Araújo y contar con su opinión favorable es un orgullo. Después de haber experimentado muchas decepciones con otras publicaciones y concursos, que una editorial especializada en este tipo de contenido valore lo que haces es un desquite. Me enorgullece que Tundra apueste por escritores e investigadores españoles, eso es una rareza. Con ella han publicado nombres como Delibes, Luismi Domínguez o el propio Araújo, pero también gente poco conocida, que, como yo, escribe sobre naturaleza. Lo que hacen es muy meritorio y estoy muy agradecido.
¿Es complejo publicar para quien no se dedica profesionalmente a ello?
En España hay poca gente que vende mucho y muchísima gente que quizás tiene suerte de publicar alguna vez. En la actualidad, cuando te autoeditas, lo haces con ilusión y si vendes sesenta ejemplares, pues está muy bien. Las autoediciones hasta hace unos veinte años podían funcionar muy bien, pero ahora ocurre como con las redes sociales, que se puede publicar sin conocimiento, ni esfuerzo. Se publica todo sin ninguna criba y va a parar a un océano de libros.
Vayamos al libro ¿con qué se encontrará el lector?
Tenía el título provisional de "El guardabosques", pero, al premiarlo, me propusieron "Memorias de fuegos y lobos". Me pareció bien. Las bases del premio dicen que las obras deben ser de narrativa de no ficción y relacionada con la naturaleza y eso es. Me vinieron como un guante porque el texto debía basarse en hechos reales, por lo que pude difuminar muchas cosas que no podía narrar de otra manera. Son experiencias que, se deduce, pudieron ocurrir en algún lugar del Norte de España, pero no se cita nada ni a nadie que permita asegurar donde ocurrió. A lo largo del trabajo, van surgiendo temas variados como el trato hacia los animales domésticos y silvestres, el despoblamiento, la caza, el papel de la mujer en la conservación de la naturaleza...Y también los vaivenes y la evolución íntima del narrador.
Usted se hizo "guardabosques" por amor a la naturaleza, pero hoy el nombre es otro ¿queda algo de ese oficio?
Está casi desaparecido. Hoy hacemos un montón de trabajo administrativo y estamos sujetos a muchos intereses políticos. Ni siquiera el horario de trabajo se adapta a las horas de luz en las que deberíamos estar en el monte. La modernización trae estas cosas. Cuando yo empecé aún viví cierta libertad en el trabajo, pero ahora se acabó, ya no hay guardabosques como los que quisimos ser muchos compañeros.
¿Se ha perdido el respeto a los agentes del Medio Natural?
En parte, sí, sobre todo dentro de la casa. Nos toman como si no fuésemos funcionarios de la Administración. Nos ven como personal subcontratado, cuando somos igual que cualquier otro funcionario. Por supuesto, si no nos respetan dentro, no lo hacen fuera.
En este sentido, "Memorias de fuegos y lobos" ¿es pesimista?
Creo que ofrece una visión un poco tristona. El lector puede llevarse la sorpresa de encontrarse con una realidad que sitúa muy lejos en el tiempo, pero que está más cerca de lo que cree. Todavía quedan pueblos donde la gente vive sola, superabandonada y, hasta hace bien poco, sin luz, agua corriente o cuarto de baño. Parece algo del siglo XIX, pero seguro que hay sitios así salpicados por toda España.
El título del libro está muy de actualidad. Fuegos y lobos. ¿Cuál es su visión de los grandes incendios que estamos viviendo?
Creo que tenemos poca memoria, porque esto no es nuevo. En los años setenta y ochenta del siglo pasado ya se vivieron oleadas de incendios muy graves, así que el fenómeno no es tan nuevo como parece. Es evidente que el cambio climático favorece estos incendios y es real porque ya estamos viendo aquí fauna o flora de zonas mediterráneas. Luego otro aspecto que hay que tener en cuenta es que hay que diferenciar cultivos forestales de formaciones naturales boscosas y los que más arden son los primeros. La primera culpa es de la persona que incendia, luego habría que hablar de quien no cuida sus cultivos, aunque existen ayudas para hacerlo. En Asturias, por ejemplo, no tenemos una tradición forestal, somos ganaderos y, con voluntad o sin ella, desde el Neolítico se utilizó el fuego para lograr pastos. Creo que, en general, hay una falta de cultura forestal y también creo que los cultivos forestales deben convivir con los bosques. Gente que se gaste dinero en tener el monte limpio he conocido muy poca. La gente planta y se olvida hasta la corta. Nadie gasta dinero en algo que es su propia inversión.
Entonces, ¿el principal problema es la falta de cultura forestal?
Es uno de los problemas. A lo mejor debería trabajarse esto en la infancia y que la educación fuera específica según donde vivas. Un chico de ciudad igual puede ayudar no derrochando o reciclando, pero un neno del rural debe de saber otras cosas porque va a convivir, si es que se queda en el pueblo, con zorros, osos y lobos. El oso ya está en el Noroccidente y nadie ha explicado cómo se produce esa recolonización, ni qué hacer para evitar daños. Ni tan siquiera los profesionales tienen una formación específica ante algo novedoso.
Y ¿qué opina del lobo? Parece el culpable de todos los males
Se utiliza para exculparlo todo. Ahora la gente ve un lobo y se asusta, como si no hubieran estado aquí. La gente no se marchó de los pueblos en los cincuenta o los sesenta del siglo pasado por el lobo o el oso y los había. Ahora, claro, a un paisano que vive solo en un pueblo y tiene una oveja, si el lobo le mata la oveja entonces el cien por cien de la ganadería está afectada por el lobo. Los números desmienten eso, el porcentaje de ganaderías afectadas y de animales muertos por los lobos es muy bajo. Considero que antes los lobos se acercaban igual a los pueblos, a la gente, no es ninguna novedad, de hecho, ese es el origen del perro. Pero ahora hay un montón de vídeos que circulan por las redes sociales, sean grabados aquí o en Siberia, y antes no. Es de justicia que se paguen los daños causados por la fauna, pero también deben mejorarse los sistemas de tasación y también los baremos. Ahora parece que el lobo es el culpable de todas las muertes de animales y no es así en modo alguno.
¿Está mal visto el ecologismo actualmente?
Está mal visto serlo y no serlo. El problema es la confrontación actual, que se da en todos los ámbitos y creo que hay que romper con eso. Falta una labor didáctica que debería empezar en las escuelas para explicar lo que es ser ecologista y también lo que es ser campesino. El ecologismo se ha convertido en mucho ruido y pocas nueces y no puedo estar de acuerdo. Por ambas partes, parece haber un acuerdo en no acercarse. Las palabras del breve primer ministro francés son para enmarcar: todo el mundo se comporta como si tuviera una razón absoluta y nadie quiere avenirse a crecer. No se puede serguir con esta escalada cerril.
El Premio Tundra marca un antes y un después en su trayectoria. ¿Seguirá escribiendo?
Quien escribe no puede dejar de hacerlo, aunque lo haga de manera intermitente. El premio es un punto concreto. Lo de antes fue en lo que se quedó y lo que venga será como lo de antes. No espero cambio alguno.
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