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Mejor integración que inclusión: las lecciones de las jornadas sobre conexión celebradas en Luarca

"A veces es difícil transferir lo teórico", opina la terapeuta ocupacional Alejandra Rivas, quien invita a ver las diferencias de cada persona porque diferente es la integración sensorial de cada uno

Público durante las jornadas, celebradas en el auditorio.

Público durante las jornadas, celebradas en el auditorio. / Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Luarca (Valdés)

Mejor la palabra integración que inclusión, mejor jugar con conexión y sin estructura si se desea un aprendizaje genuino del niño, mejor ofrecer a un monitor los intereses del niño y no solo su diagnóstico médico. Son algunas lecciones de las jornadas sobre conexión y participación social, socio y deporte que acogió este sábado el salón de actos del Conservatorio de Música del Occidente.

La sugerente cita, organizada por el Ayuntamiento de Valdés y celebrada en similar formato en solo cinco ciudades de España, pretende una reflexión social sobre las diferencias de cada uno alejándose de creencias o prejuicios.

Asistentes a las jornadas de conexión y participación social.

Asistentes a las jornadas de conexión y participación social. / Ana M. Serrano

La terapeuta Alejandra Rivas, afincada en Oviedo, habló de la importancia del juego, un proceso natural que ofrece herramientas al niño "para entender" el mundo, tanto el exterior como el interior. Eso sí, hoy en día "nos encontramos con trabas de dinosaurios (en el ámbito deportivo) porque no se eligen las mejores soluciones". La terapeuta se detuvo en los sentidos, que son ocho y no cinco, y en la integración sensorial de cada uno.

Neuronas juguetonas

"Las neuronas son juguetonas y transportan la información de forma diferente en cada persona", dijo. Por eso hay personas que sienten calor cuando otra mayoría siente frío, personas que se queman (o tienen esa percepción) antes que otras. Lo importante para tener calidad de vida es que la respuesta de cada uno "sea adaptada y acorde a la situación". La terapeuta también explicó que en muchas ocasiones el niño tiene sensaciones que el adulto trata de corregir.

"La diferencia es que un adulto se conoce, sabe por ejemplo que entre dos piscinas con aguas a distinta temperatura, una le va mejor; el niño no tiene esa capacidad desarrollada", dijo. Rivas, que tiene su consulta en Oviedo, también lanzó dos mensajes reveladores: "La palabra inclusión está gastada y ha perdido el valor; yo prefiero hablar de integración" y "a veces es difícil transferir lo teórico a estas sensaciones".

La terapeuta ocupacional Alejandra Rivas, en un momento de su intervención.

La terapeuta ocupacional Alejandra Rivas, en un momento de su intervención. / Ana M. Serrano

Esto último dificulta el aprendizaje del adulto que, a su juicio, debe saber que el procesamiento sensorial es diferente en cada persona. Rivas alertó de que hoy en día quizás el menor tiene una "saturación de tareas estructuras" (un ejemplo serían las extraescolares después del colegio) y declaró que para que el juego sea óptimo y cumpla con su función deben tenerse dos cosas: espacios para que pueda darse y menos imposiciones.

Además, el menor no tiene que complacer al otro, "tiene que ser con el otro". Hay trucos para los padres si se desea el mejor desarrollo para un hijo: seguir el interés sin temor a perder el control, tener tiempo para la interacción sin distracciones, y mirar más allá de lo visible.

La sala de terapia, en el mar

La también terapeuta ocupacional Simone Tiemann, afincada en Somo (Cantabria), fue otra de las profesionales invitadas. Tiemman habló de su asociación sin ánimo de lucro, que trabaja con deportes del mar para facilitar la integración sensorial y mejorar la calidad de vida y sus relaciones con los otros y ampliar sus roles.

La especialista alemana, que reside en España desde hace 18 años, habló del "disfrute en el deporte", más importante para ella que las metas, y ofreció información sobre los inicios del colectivo que dirige a los asistentes, entre los que se encontraban, además de padres y madres, miembros de otras asociaciones asturianas y voluntarios.

Simone Tiemann, durante su charla.

Simone Tiemann, durante su charla. / Ana M. Serrano

"Empezamos con una experiencia piloto con tres niños y me impresionó ver la cara de uno de ellos, con autismo, al salir del mar", contó. Aprendió que no solo se lo estaba pasando bien. También que podría trasladar las actividades que hasta ahora hacía en la sala "al mar".

Tiemann desveló cómo funciona su organización y también lanzó mensajes importantes: "No debemos juzgar porque debemos aceptar las diferencias, todas" y "se debe trabajar desde el corazón". "Creo que es lo que puede unir a todos", sentenció. La experta indicó que a la hora de apuntar a un menor a una actividad de ocio o deportiva es importante el contacto con las familias y la información que aporten del niño. "No hablo de su diagnóstico, hablo, por ejemplo, de sus intereses o gustos", apuntó.

Otra propuesta para los clubes y asociaciones es prestar atención a la formación de los monitores. "Primero deben conocerse ellos, saber qué mochila cargan", dijo. Y contó alguna práctica de su grupo de trabajo: "Si el monitor es calmado, mejor con un niño con hiperactividad y si viceversa".

Las jornadas contaron con la participación de otros especialistas y finalizó con una gymcana deportiva. Algunas familias se quejaron de la falta de apoyos en el occidente porque "todos los servicios están en el centro"

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