Entrevista | Juan Antonio Ortega Pediatra y experto en salud medioambiental
Juan Antonio Ortega, pediatra experto en salud ambiental: "Entre el 20 por ciento y el 30 por ciento de las mujeres con hijos lactantes y trabajadoras pueden estar expuestas a entornos con riesgo químico"
"La medicina ambiental empezó siendo una 'batallita' de unos pocos y hoy es una disciplina clínica con nombre, apellidos y estructura"

El pediatra Juan Antonio Ortega, en el espacio cultural El Liceo de Navia. / Ana M. Serrano

"Trabajamos definitivamente para curar las leucemias". La frase es de Juan Antonio Ortega García, pediatra y uno de los referentes en salud ambiental de España. El especialista visitó Navia con motivo de las jornadas sobre lactancia que organizó el Principado y allí habló de salud ambiental y de impacto en la infancia. Estas son sus reflexiones sobre una ciencia que, a su juicio, está llamada a cambiar el mundo.
¿Qué es la salud ambiental?
La salud ambiental estudia cómo el entorno —el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que consumimos, los productos que usamos y el entorno social que habitamos— influye directamente en nuestra salud y desarrollo, especialmente en los niños, que son más vulnerables. En Europa, y también en España, estamos consolidando la medicina medioambiental clínica como disciplina estructurada: una medicina que no solo trata enfermedades, sino que identifica y actúa sobre sus causas ambientales antes de que se manifiesten o incluso después de la enfermedad modulando y mejorando los resultados.
¿Qué se desconoce aún del impacto del entorno?
Aún sabemos poco de los efectos de mezclas de sustancias a bajas dosis y de cómo influyen en momentos críticos del desarrollo: embarazo, lactancia y primera infancia. Estamos avanzando hacia una medicina 'ambiómica', que lee la interacción entre genoma, exposoma y determinantes sociales, anticipándose al daño. Para que lo entienda el lector, si los genes son la partitura y las exposiciones ambientales y sociales ponen el ritmo, el ambioma sería la orquesta completa para producir un resultado coherente. Hasta hace poco esto parecía ciencia ficción; hoy ya es clínica avanzada.
¿Hay casos concretos de mejora cuando se actúa sobre el entorno?
Sí, y eso es lo que más convence a familias y profesionales. Por ejemplo, pubertad 'adelantada' y disruptores endocrinos: una niña de ocho años con desarrollo mamario precoz, obesidad troncular y niveles detectables de ftalatos y parabenos. Con cambios sencillos (disminuir el diámetro abdominal, sustituir cosméticos y envases plásticos, ventilar a diario y controlar productos de limpieza), la progresión se estabilizó sin medicación. En cuanto a compuestos orgánicos volátiles y leucemia, detectamos exposición a disolventes aromáticos en el hogar de un paciente recientemente diagnosticado. Cambiar algunas aficiones y ventilar correctamente redujo niveles internos y riesgo para toda la familia. También sabemos que los enfermos inmunodeprimidos, que viven en zonas con mala calidad del aire, se benefician del uso de sistema de filtración del aire en el hogar. En barrios con patios escolares verdes y menos tráfico pesado se han reducido consultas por crisis asmáticas infantiles y se ha observado mejor rendimiento escolar. Los árboles filtran contaminantes y dan sombra, pero también mejoran salud mental. Estos no son casos aislados: la prevención funciona cuando se interviene sobre el entorno.
"Abuelo cebolleta"
"Se me recordará como el abuelo cebolleta de la medicina ambiental en Europa", dijo en las jornadas sobre lactancia materna en Navia. ¿Cómo explica este papel pionero?
La comparación me hace sonreír. Hace 60 años, unos pocos médicos empujaron la genética médica, que entonces era vista como una rareza y hoy es troncal en todas las facultades y hospitales. Con la medicina ambiental ha pasado algo parecido: empezó siendo una 'batallita' de unos pocos, y hoy es una disciplina clínica con nombre, apellidos y estructura —medicina ambiental o ambiómica y de anticipación— con redes PEHSU (unidades clínicas de salud medioambiental pediátrica) en marcha y reconocimiento internacional. Lo mejor es que esto ya no depende de pioneros aislados, sino de equipos bien organizados. Hoy la Arrixaca, el hospital de Olot, el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona cuentan con estas unidades clínicas. En enero 2026 comienza La Paz.
Usted trabaja en salud azul y salud verde. ¿Qué significan estos conceptos y cómo pueden ayudarnos en la vida cotidiana?
La salud verde consiste en integrar la naturaleza en la cartera de servicios de salud. En un futuro próximo, todas las Áreas de Salud tendrán identificados los servicios de la naturaleza más cercanos para rehabilitar y ayudar a curar a los enfermos crónicos. La salud azul se basa en los espacios de agua —ríos, mar, lagos— como entornos terapéuticos para mejorar salud cardiovascular, mental y bienestar. Hemos reportado como las experiencias de contacto con la naturaleza disminuye la neuroinflamación (cortisol) y provocan cambios en la respuesta inmune de las personas. No hablamos de ideas simbólicas: hablamos de acciones clínicas medibles, coste-efectivas y con evidencia. La salud humana y la salud planetaria son inseparables.
Lactancia protegida
Ha participado en Navia en un foro sobre lactancia. ¿Qué nos dicen los datos sobre riesgo químico en madres lactantes?
En 2024, solo 825 mujeres lactantes en toda España accedieron a la prestación por riesgo químico durante la lactancia. En Asturias fueron menos de 10. Si tenemos en cuenta que entre el 20 por ciento y el 30 por ciento de las mujeres trabajadoras pueden estar expuestas a entornos con riesgo químico, esto significa que miles de lactantes están potencialmente expuestos sin protección efectiva. La lactancia no solo hay que recomendarla: hay que protegerla activamente. Contamos con un listado de ocupaciones de riesgo químico elaborado por el Comité de Salud Medioambiental de la AEP que puede ayudar a mutuas y servicios de prevención a tomar decisiones más justas y seguras. Eso es política sanitaria con impacto real.
A veces se evita hablar de medio ambiente y salud para no alarmar. Pasa con los disruptores endocrinos. ¿Hay que legislar más o informar más?
Dos reflexiones. Mire, me preocupa más el tranquilismo institucional que el supuesto alarmismo social. La sociedad no se alarma, busca interlocutores. En verdad, esos líderes que tendrán que responder a todas estas cuestiones cruciales, hoy están en primero de la ESO. Es una transición necesaria. Respeto a su pregunta, no hay que elegir: hay que hacer ambas cosas. Los niños y los fetos son más vulnerables que los adultos, y las normativas actuales no contemplan esas diferencias. Necesitamos mejor legislación —umbral cero en ventanas críticas y enfoque de mezcla— y mejor información, accesible y práctica, para que las familias puedan actuar. Informar no es alarmar, es empoderar.
Sustancias químicas a sustituir
¿Cómo valora las políticas ambientales de la Unión Europea?
La Unión Europea ha liderado avances importantes en regulación química y protección ambiental, pero aún hay demasiadas sustancias activas autorizadas que pueden ser sustituidas por alternativas más seguras. La buena noticia es que tenemos margen de mejora real. El futuro no va de elegir entre salud y economía: va de alinearlas.
¿Qué pueden hacer los niños y las familias para tener más salud ambiental?
Son gestos sencillos, pero poderosos. Caminar o ir en bici al cole, comer más vegetal y menos ultraprocesados, reducir plásticos de un solo uso, estar en contacto con la naturaleza al menos una vez por semana, vigilar la calidad del aire local, participar en proyectos de ciencia ciudadana y patios verdes... Son gestos sencillos, pero poderosos.
¿En qué se diferencia la Salud Medioambiental Pública y la Medicina Ambiental Clínica?
-La Salud Ambiental Pública suele estar en las consejerías, y su objeto es proteger poblaciones: regula agua, aire, contaminación y vigila riesgos. La Medicina Ambiental Clínica (PEHSU) está en servicios clínicos, acompaña a personas y familias, incorpora la historia clínica ambiental y cribado verde e identifica exposiciones reales y actúa sobre ellas desde la consulta. Una no sustituye a la otra: juntas son más fuertes. La primera establece el marco; la segunda lo lleva a la realidad de cada paciente.
¿Cómo imagina el futuro de la medicina ambiental?
La medicina ambiental será una especialidad central a mediados de este siglo. Las historias clínicas incorporarán el 'ambioma', y prescribiremos naturaleza, dieta sostenible y aire limpio e incluso dará lugar a avances importantes tecnológicos y nuevos fármacos que mitigarán el impacto de la contaminación. La pediatría del futuro será anticipatoria y ecológica: no esperará al daño para actuar.
¿Qué balance hace de las jornadas sobre lactancia en Navia?
Muy positivo. Han permitido poner la protección real de la lactancia —no solo su promoción— en el centro. Y es justo reconocer el esfuerzo de la Consejería y del Servicio de Salud Medioambiental de Asturias, que han entendido que proteger a la madre lactante también es proteger la salud ambiental de toda una generación. Mi mensaje final es el siguiente: no podemos separar salud humana de salud planetaria. Proteger la lactancia, reducir exposiciones químicas y renaturalizar nuestras ciudades no es un lujo, es una estrategia de salud pública y clínica que salva vidas.
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