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El pan de Salas

Un verano más las dos panaderías de Salas trabajan a destajo para cumplimentar los encargos de bollos preñaos que les llegan de los pueblos en fiestas. Los equipos de Luis "El Pana" y de Miguelín el de Llanio tienen que doblar turno especialmente los fines de semana. Hay que estar arroxando casi continuamente. En cuanto al contenido del bollo por aquí hay una clara preferencia por el chorizo de La Venta de Mallecina, que conserva una tradición artesanal y casera y hay pueblos que piden incluso que el bollo lleve una lámina de panceta que, dicen, le da un toque muy especial de jugosidad a toda la pieza.

El primer sábado de agosto los dos fornos de Salas arroxaron dos mil bollos para los cofrades de la Virgen del Viso y se calcula que se superará esa cantidad para el día 19 que es la gran fiesta del Bollo salense. Por lo que se refiere al trabajo diario y ajeno a cualquier festejo, Luís y Miguel -con sus colaboradores claro- arroxan un pan que llega incluso a pueblos de otros concejos. "El Pana" ya está apartado del automovilismo, su gran pasión, y cada madrugada él mismo inicia el reparto y no para hasta llegar, bien entrada la tarde, a tomar un café en Arábica, a leer ya con calma éste periódico y a echar una parrafada con los amigos, que somos muchos porque el pan y los coches tienen un mundo muy amplio. Miguel el de Llanio es un joven sobre cuyas espaldas ha recaído la responsabilidad de continuar la trayectoria histórica de Javier, fallecido no hace mucho tiempo y que llegaba incluso hasta el Valle de Arango, ya en territorio praviano. Por los pueblos viaja ahora Grisela, su hija, también como el padre con pan y periódicos.

Casi tan importante como el reparto del pan lo constituye el hecho de que las dos panaderías de Salas llevan en su flota de furgonetas un buen avituallamiento de periódicos, que no pueden faltar ningún día, especialmente en los bares de los pueblos, esos casinos en los que se reúne la poca población rural que queda. Y hasta la Hoja Parroquial del Arciprestazgo de Salas llega a las casas con una información puntual -cada quince días- sobre misas, funerales de cabo de año, bautizos -cada vez menos- y fiestas sacramentales. Esta labor cultural y social de los panaderos de Salas debería de estar subvencionada. Les queda el consuelo de que, al menos, hay quien les reconoce y agradece ese otro servicio que llega con el buen pan de Salas. Pan y cultura. Una buena masa. Y todo ello, en caliente, recién arroxado en los hornos y en las rotativas.

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