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Muchas risas, pero...

Mira que se suceden acontecimientos que nos hacen llegar a conclusiones muy poco favorables de la humanidad, pero ha tenido que ser el pueblo de Rañadoiro, en el concejo de Salas, el que me haya sacado de mi letargo. Poco tengo que añadir a las espeluznantes imágenes, consecuencia de la intervención sobre unas tallas del siglo XV de una voluntariosa y osada vecina, de las que todos los medios del mundo mundial se han hecho eco. Aparte de la vergonzosa huida hacia adelante de los protagonistas, negándose a reconocer el error cometido, existen otras cuestiones de fondo. El consejero del ramo advierte de que si bien la iglesia tiene la tutela de esos bienes -que el párroco ejerció sin miramientos- es la Dirección regional de Patrimonio quien tiene la competencia de su protección y restauración. Pues bien don Genaro, si amenaza con multas -que no dudo bien merecidas- aplíquese el cuento. El patrimonio rural asturiano es una ruina, presa de una desidia que sin duda también merece un severo correctivo.

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