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Del pasado al presente

La Noche Mágica de Navelgas

El sábado nueve de noviembre Navelgas celebró la 25.ª edición de la Noche Mágica, una noche para soñar, que nació con una luna creciente reflejada en el río y que se escondía, entre las montañas de Foyeo y Conto, cuando yo iba a llevar a uno de aquellos voluntarios artesanos que, desgraciadamente, la mayoría de ellos ya nos han dejado.

Estas gentes, en el ocaso de su oficio terrenal, tuvieron la oportunidad de brindarnos, en el Festival del Esfoyón y el Amagosto el bonito y altruista gesto de mostrarnos el buen conocimiento y destreza con que dominaban los oficios del campesino, empezando por el esfoyón del maíz y terminando con el festivo amagosto de las castañas, pasando por otras espontáneas y cotidianas escenas de nuestras tradiciones en las noches otoñales e invernales, como eran las de hacer madreñas, maniegos, escarpines o calceta, ferir manteica, escardar y filar lana, reparar en la fragua las herramientas de campo y cualquier otra actividad que a los vecinos del pueblo o de la comarca se les ocurría, con lo cual, quienes lo habíamos vivido disfrutamos con ello y las nuevas generaciones, tuvieron oportunidad, gracias a esa generosidad de conocer un mundo de autosuficiencia rural, gracias al cual muchas generaciones han podido subsistir, aunque no lo hemos valorado.

Los artesanos se mueren, y con ellos el oficio, porque el oficio hay que vivirlo y disfrutarlo sobre la necesidad de hacerlo... Ahora nos lo dan todo hecho, para eso hemos inventado las tiendas de los chinos; por todo ello, el Festival del Esfoyón y el Amagosto o "La noche Mágica" recreación de nuestros ancestros hay que valorarla más, por la generosidad y solidaridad de aquellas gentes que con tanto esfuerzo dieron vida a nuestros pueblos y que se molestaron por un futuro mejor para sus hijos; debemos un eterno agradecimiento al mundo rural, al mundo de la aldea perdida, descrita por Palacio Valdés, al campesino -palabra ya en desuso por su extinción-, y que durante siglos logró aprovechar y conservar el entorno natural del cual dependíamos.

Ahora estos pueblos están muertos porque se ha perdido la savia que los mantenía, lo que ahora queda depende de la "caridad" de la subvención. por eso, hoy mas que nunca, cobra sentido el Festival del Esfoyón y el Amagosto en su Noche Mágica porque esta noche, de nuevo nos permite soñar con aquello, que un día fue el pueblo; esencia de vida y libertad, esta noche, que este año ha estado acompañada de la magia del agua -esencia de la vida- y de los paraguas, pero que no ha impedido, aunque haya deslucido en lo festivo, el que las gentes asistieran para darse un baño de conocimiento y de nostalgia entre el pasado y el presente.

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