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Mejor con los camineros

La carretera Salas-Pravia: una limpieza que deja que desear

Durante décadas del siglo pasado la conservación de las carreteras pertenecientes a la extinta Diputación corría a cargo de aquel cuerpo de camineros con cuadrillas formadas por varios peones al mando de un capataz que dirigía las operaciones de limpieza de cunetas, rebacheo y cuidado especial de sacar de la vía los argayos o fanas que eran tan frecuentes en invierno. Como aperos de trabajo tenían un pico, una pala llana y un carretillo. Después llegó la maquinaria y sobraron los camineros. Eran funcionarios y se fueron jubilando todos. Y las excavadoras, niveladoras, tractores que desbrozan y demás máquinas necesitaron operarios y se creó otro cuerpo que está adscrito a Infraestructuras. O sea, se mecanizó el trabajo de conservación de nuestras carreteras. Se pensaba, teniendo en cuenta la inversión realizada, que todo iría sobre ruedas. Sobre ruedas de las máquinas modernas.

El prestigio que se pudo alcanzar con la nueva estructura se ha visto empañado por la última actuación que ha tenido el Principado en la comarca Salas-Pravia que acaba de finalizar con un resultado que por aquí se conceptúa como la gran chapuza del presente siglo. Los usuarios de la única vía de comunicación de las parroquias de Arango, Cordovero, Malleza, Mallecina, Priero, Camuño y Villamar han visto semanas atrás cómo un tractorista, un soplador, un operario con desbrozadora de mano y dos encargados de regular el tráfico han trabajado en los 34 kilómetros que hay de Salas a Pravia limpiando exclusivamente los dos "pasillinos" del borde de la carretera, dejando aún más rebosantes de maleza las cunetas. Y los taludes quedan a bosque.

Hombres y maquinas han trabajado más de una semana entre Pravia y Salas en una operación de desbroce que no es tal. Solo un pequeño aseo de un palmo de terreno entre el asfalto y la cuneta. Lo demás, quedó como estaba. Esto es un recorte en toda regla. Esto es un tira que libras con un lavado de imagen y ya volveremos. Los pocos camineros jubilados que quedan por aquí se echan las manos a la cabeza al ver esto. Ellos, no lo hubiesen dejado así. Por encima de todo, la cuneta y los sumideros, limpios y sin un hierbajo para que la lluvia no destroce el asfalto. Y lo harían con un pico, una pala y un carretillo. Entre Salas Pravia estábamos mucho mejor con los camineros.

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