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Félix Martín

Entre músicos te veas

No sabemos a quién se debe la sentencia musical que elijo como título de mi comentario, pero la verdad es que llevo ya varias décadas comprobando su veracidad. Bien es cierto que en todas las artes (sírvanos de falso consuelo a los musiqueiros), en todas las artes, reitero, la Historia da cuenta de larguísimos capítulos de celos y envidias, de conflictos y denuncias, de falsías y descréditos entre los propios artistas. Y la música, qué pena, no se queda fuera de estas trifulcas fratricidas. ¿Pero no habíamos quedado en hacer nuestra la reflexión de El Quijote cuando le indicaba a Sancho, “que donde hay música, no puede haber cosa mala”? En fin.

Lo cierto es que hace ya una década que Piantón, una pequeña aldea de apenas 500 habitantes (de un total de 4.000 en todo el concejo de Vegadeo), puso en marcha con gran fuerza el Festival Internacional de Música de Piantón a través de la asociación homónima. Un proyecto que, merecería ser inscrito en el Libro Guinness de los récords. Es decir, un humilde concejo del Occidente de Asturias, al que siglos le ha costado que el resto de los asturianos no lo confunda con Ribadeo, o que no lo considere un municipio más de Galicia, resulta que se propone dar la nota, y se descuelga con la organización de un festival internacional de música de gran altura, y durante diez años seguidos (por ahora).

Pues nada, que por aquello de que “entre músicos te veas”, ahora la Asociación de Amigos del Festival Internacional de Música de Piantón, y el propio Ayuntamiento vegadense, en vez de citarse con la partitura en el escenario; en vez de unirse en afinadísima polifonía delante del atril, han preferido ponerse la toga y verse las caras ante la Justicia. Esto es lo que pasa cuando la política quiere invadirlo todo como un “tsunami”; cuando la Administración pretende ver la paja en el ojo de sus administrados, sin que a veces vea la viga en su propia casa. Yo hubiese preferido no conocer más pormenores, ni quién hubiese salido airoso de esta contienda. Y ello, porque ninguna de las dos partes ha demostrado (en este caso), suficiente sentido común como para que la música en Piantón siguiera sonando afinada, con el director subido en el podio, y abierto el facistol para cantar: ¡Todos a una!

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