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Félix Martín

El Museo del Surf en Tapia de Casariego

Acerca de un equipamiento eternamente en el horizonte

El futuro de la economía, apuntan los expertos, pasa por la puesta en valor (la frase de moda), por la puesta en marcha, para entendernos, de la industria del ocio y el turismo como fuente principal de progreso. En este caso habría que decir de despegue, tras la catástrofe epidémica que venimos padeciendo. Los recursos endógenos (otro de los vocablos más sobados por los políticos), es decir los que se pueden generar a partir de las capacidades internas de cada pueblo, son la clave.

En Tapia de Casariego, con una población a la baja y envejecida, un actividad agroganadera minúscula y sin relevo generacional, y con una industria pesquera que es una metáfora del pasado, toca inventar. ¿Inventar? No tanto, teniendo en cuenta que clonar de quien lo hace muy bien no está todavía penalizado por la Justicia. La historia deportiva local apunta al surf como deporte que forma parte de las señas de identidad de Tapia y cuya práctica no precisa ni instalaciones, ni más mantenimiento y escuela que, la que sostienen con gran esfuerzo, los clubes surfistas tapiegos.

Pues bien, son los mismos surfistas, veteranos y noveles quienes llevan muchos años hablando, sólo hablando, de la necesidad de un museo que dé vida e historia a este deporte tan arraigado en al menos dos generaciones de tapiegos. Hay que valorar como sobresaliente cum laude, claro, lo hecho hasta ahora por los clubes Picante y Goanna, quienes desde 1986 han colocado a Tapia de Casariego en el escenario mundial del surf, que este año, por fin, ha subido al podio olímpico.

A partir de aquí no caben excusas. La Administración local, ya se sabe, ni tiene dinero, ni se espera que lo tenga en mucho tiempo. Ahora bien, cuenta con el escenario ideal para este equipamiento. Me refiero a la planta principal de la Casa de Reguero (antigua Casa de Cultura), que continúa sin uso alguno desde 2010. Su ubicación en el centro de la villa, es perfecta. Después, e imprescindible, organizar una “Asociación de Amigos del Surf”, que sería la que de un modo rotatorio se encargase de su calendario y horario público, y que muy al contrario del emboscado “Museo de Cámaras Fotográficas”, permanecería abierto todos los fines de semana del año, así como por supuesto, durante todas las vacaciones escolares. Así lo lleva haciendo con un éxito sobresaliente desde 2009, la “Asociación de Amigos de As Quintas” (El Franco), con su sala de arte.

De este modo, una legión de tapiegos, jubilados o no, antes o después de las diarias sesiones de tute, parchís o dominó (los tres “deportes” más practicados en Tapia), serían, reitero, con carácter rotatorio, los custodios y guías de este museo surfista (el segundo de España, después del de Valdoviño, Ferrol), y cuya entrada, simbólica, generaría también un dinero extra.

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