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Evocación de un viaje a Cuba

Catorce años del hermanamiento con la Sociedad “Concejo de Cudillero”

En septiembre pasado se cumplieron 14 años del viaje a Cuba organizado por la Asociación “Amigos de Cudillero” con motivo de nuestro hermanamiento con la centenaria Sociedad de Recreo y Beneficencia “Concejo de Cudillero”, con sede en La Habana, en señal de agradecimiento por el apoyo prestado en su día por los fundadores y socios a la “tierrina” en los ámbitos socioculturales y educativos, fundamentalmente.

Viajamos 94 personas y nuestra estancia allá puede calificarse de inolvidable, emotiva y entrañable. Fuimos recibidos y atendidos con afecto y entusiasmo y nosotros tratamos de corresponder a los anfitriones de la mejor manera posible.

Ciertamente, acudimos con serias dudas respecto a lo que nos podríamos encontrar en esa tierra hermana a la que, como tantos asturianos, mi abuelo materno emigró a los 14 años y regresó para establecerse aquí definitivamente y formar una familia. Allí se quedó su hermano y allí nació un hijo de este, Raúl del Busto Maldonado, que comentaba mi madre llegó a ser alcalde con Fidel Castro y del que conservo una bella fotografía con motivo de su boda. Me imagino que era él quien le enviaba a mi abuelo Vicente del Busto la revista “Bohemia” que yo ojeaba con curiosidad siendo un crío. Tendría unos 10 años... Pero no nos desviemos del tema que nos ocupa. El caso fue que, durante nuestra estancia, muchos de los viajeros intentamos localizar a familiares. Y sí que los encontramos.

Por otra parte, fuimos varios los que preferimos no movernos de La Habana, al contrario que otros miembros de la comitiva, que recorrieron la isla. Bueno, lo que sí conocimos todos fue una de las hermosas playas del Este. Para desplazarnos debería de haber dos autobuses en toda regla. Pero “se averiaron” y el transporte fue en una destartalada guagua que tuvo que hacer dos viajes y que en lugar de aire acondicionado contaba con “aire soplado”. Una de tantas anécdotas.

Como decía, uno optó por quedarse en la capital para vivirla –y beberla– de cerca. Y me impresionó. He de reconocer que pensé encontrarme con algo mucho peor en base a lo leído y escuchado. Aunque ciertamente daba pena y dolor ver tanto edificio en estado de ruina, la pobreza de sus gentes… Pero también me sorprendió la educación, la humildad y la paciencia de los ciudadanos. Y nos llamó la atención que ninguno de nuestros anfitriones pudiese acompañarnos a desayunar, almorzar o cenar en el hotel en el que nos hospedamos (el histórico “Mercure Sevilla”, en la Habana Vieja) o en cualquier restaurante, incluyendo los denominados “Paladares”, ubicados en edificios con fachadas semi ruinosas, pero con interiores en muy buen estado de conservación. Por supuesto, visitamos el Asilo “Santovenia”, el complejo hospitalario “Quinta Asturias”, –rebautizado con el nombre de “Salvador Allende”, lo que no dejó de sorprendernos negativamente, teniendo en cuenta la procedencia de la financiación para su fundación y mantenimiento–, el extraordinario Cementerio de La Habana, donde existe el ”Panteón Concejo de Cudillero”, y presenciamos en la Fortaleza la “Ceremonia del cañonazo”, histórica tradición recuperada por el cudillerense de la parroquia de Soto de Luiña, Manuel Peláez. Afincado allá, era militar castrista, y hace pocos años falleció. No dejamos de degustar los daiquiris y los mojitos en el “Floridita” y en “La bodeguita del medio”… y, por supuesto, no olvidamos la recepción en el Centro Asturiano y el acto de hermanamiento con la única sociedad del mundo que, junto con la nuestra, lleva el nombre de Cudillero.

He de reconocer que, al ir al frente de la embajada astur-cudillerense, no tuve el tiempo suficiente para ver y vivir con más calma y cercanía la realidad cubana. Por eso jamás oculté que me gustaría volver, pero como simple turista. Aunque hoy, 14 años después, es público y notorio que la situación allá es aun más distinta y distante de la de entonces, porque parece ser que se ha recrudecido la actitud del régimen imperante, el comunista-marxista-leninista-stanilista (es decir, democracia pura y dura), aunque está claro que los visitantes no nos enterábamos mucho. Es como si lleváramos mascarillas. Y los residentes, según cuentan, bozales. Me refiero, por supuesto, a la ciudadanía dominada.

Por ello quiero tener en estos momentos difíciles un recuerdo y enviar un abrazo virtual –porque me temo que difícilmente leerán estas líneas– para toda la colonia asturiana en general y cudillerense en particular, por lo que puedan estar sufriendo. Sin que ello quiera decir que me olvide del resto de la población. La situación parece ser que es cruda y dura –para los ciudadanos de a pie, claro–, por mucho que algunos nos quieran vender lo contrario con cuentos del imperialismo y de Caperucita Roja –perdón, Azul- y el lobo feroz.

Espero volver algún día no muy lejano, recordar aquella estancia inolvidable y poder gritar: ¡Viva Cuba libre!

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