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Soluciones desde la política para Jarrio

Incentivos profesionales, ofertas de empleo y un plan de recursos humanos, claves para el hospital

Ostentar una Alcaldía en un concejo pequeño te permite vivir muy de cerca los problemas de los vecinos, quienes encuentran en sus ayuntamientos a la administración más cercana y que más se implica para tratar de hallar soluciones a los problemas del día a día. Si algo preocupa sobremanera a los habitantes de este cada vez más abandonado Noroccidente es el hospital de Jarrio. A ello se suma ahora una creciente intranquilidad por la negativa evolución y la incertidumbre que se cierne sobre la atención que se presta actualmente en consultorios y centros de salud.

¿Qué familia de esta comarca no ha recibido para alguno de los suyos una carta del hospital de Jarrio anulando o posponiendo para dentro de unos meses, en el mejor de los casos, una consulta, una prueba diagnóstica o una intervención quirúrgica? ¿Quién no siente un tremendo desasosiego temiendo un empeoramiento de su salud o de la de sus allegados ante esos constantes retrasos en la atención sanitaria? Son muchas las enormes dificultades que ha atravesado Jarrio en los últimos años, destacando, por sus consecuencias, la carencia de profesionales en diferentes especialidades y servicios (geriatría, cardiología, oftalmología o radiología, entre otras). Las consecuencias de los innegables problemas organizativos han recaído, además, sobre una población envejecida y que ya sufre bastante carga con las dificultades inherentes a la vida en un medio rural abandonado a su suerte en muchos ámbitos por el gobierno regional.

Este hospital, cabecera del Área Sanitaria I, no solo ostenta el récord regional de espera por pruebas diagnósticas (lo que obliga a derivar pacientes a otros situados a cientos de kilómetros, muchos de ellos de avanzada edad o con pocos recursos), sino que también ha sido el único centro sanitario donde se ha producido un largo parón del cribado del cáncer de mama, cuyas graves consecuencias fácilmente se pueden intuir. A pesar de la reciente y muy esperada renovación de algunos equipamientos, como camas y colchones, la falta de medios también asedia a este hospital, que cuenta, por ejemplo, con el escáner más obsoleto de toda la red sanitaria de Asturias.

Desde hace unos cuantos años sobre Jarrio planea la sombra de una progresiva fusión de especialidades y servicios con el avilesino hospital de San Agustín. Fusionar servicios, como ya ocurre en algún caso, incide negativamente en el compromiso con nuestro hospital de los profesionales que se desplazan al mismo y obliga a desplazar a los pacientes a dicho centro, por ejemplo, para efectuar intervenciones quirúrgicas que hasta no hace mucho tiempo se efectuaban en Jarrio.

Afortunadamente, en medio de toda esta situación, destaca la inmensa labor de todos los profesionales que integran la plantilla del hospital, quienes cada día se dejan la piel para sacar adelante –a menudo, en muy difíciles circunstancias– la atención hospitalaria del Noroccidente. Sanitarios cuya labor cuenta con el máximo reconocimiento y agradecimiento de los vecinos; gratitud a la que de forma sincera nos sumamos los regidores que suscribimos estas líneas.

Estando claro, por tanto, el diagnóstico, es obligado aportar soluciones. Solo puede ser la acción política del gobierno regional la que garantice los recursos necesarios para el buen funcionamiento de este hospital comarcal. La hoja de ruta a seguir pasa, sin duda, por establecer planes de incentivos para los profesionales que deseen trabajar en este hospital (mejoras económicas, más méritos de carrera profesional, más medidas de conciliación familiar, oportunidades formativas en otros hospitales y rotaciones MIR de especialidades, etc.); trabajar para lograr ofertas públicas de empleo amplias y ágiles, y afrontar un nuevo y ambicioso plan de recursos humanos en el Servicio de Salud del Principado de Asturias.

Es la política y son los políticos los únicos que tienen en su mano la potestad de adoptar medidas que permitan iniciar la senda de la recuperación del espíritu asistencial que tuvo en sus comienzos el hospital comarcal de Jarrio. Debe hacerse, en primer lugar, reconocimiento los problemas desde el diálogo y el consenso, pisando el territorio, poniéndose en el lugar de los vivimos aquí y sin olvidar que el Noroccidente, asediado por la despoblación y el envejecimiento, es merecedor de una sanidad digna, en igualdad de condiciones que la que disfrutan el resto de los asturianos, ni más ni menos. Desde los pequeños ayuntamientos efectuamos un llamamiento desesperado a la solidaridad con esta comarca y a no dejar atrás a unos vecinos que, hacia el resto de la región, la han demostrado siempre.

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