Hace poco recibíamos la noticia de la disolución de la Asociación Bolística Pico Peñamellera. Lo hacíamos con tristeza, imaginando el erial que podría quedar en su ausencia, pero no con sorpresa, pues sabemos que algunas de las más importantes actividades se sostienen en los hombros de unas pocas personas que, durante demasiado tiempo, luchan por ellas apenas sin más sustento que su propia voluntad de dar.
Sin embargo, no utilizaremos estas líneas para volver a reivindicar, ni siquiera con la elegancia con la que lo habría hecho la Asociación Pico Peñamellera, los cuidados de los que el patrimonio bolístico asturiano, declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial en 2017, carece. Simplemente, recordaremos y rogaremos la gratitud social para la amplia cosecha peñamellerana, frutos que ahora alguien debería salvaguardar, evitando su volatilización.
Ilustraremos brevemente cuatro de ellos. Uno, la promoción del juego de bolos tradicional en el oriente asturiano, mediante formatos de todo tipo, desde los talleres de aprendizaje y los concursos populares a la competición del máximo nivel. Dos, el fomento de la investigación y la divulgación de esta riqueza lúdica, entre lo que debe destacarse la materialización del Museo de los Bolos de Asturias. Tres, la creación de unos premios de prestigio, los Pico Peñamellera, considerados local y globalmente "los Nobel de los bolos". Y cuatro, la edición de la revista "Bolera", que, siendo el órgano escrito de la asociación y una publicación anual de cercanía, logró establecer un lugar para el estudio y la reflexión sobre los bolos.
En fin, vaya desde aquí nuestro humilde reconocimiento público, nuestro abrazo para Isidro Caballero y nuestra esperanza en que las autoridades municipales y autonómicas recojan el testigo de una obra significativa para la cultura asturiana.
