El Ayuntamiento es uno de los lugares de referencia para el pueblo y su Alcalde es la figura que ostenta una gran responsabilidad, la máxima, dentro del municipio. Eloy Fernández Álvarez, "Eloy del Morano", vecino coañés, fue un valiente y decidido regidor de Coaña, el de la Transición. Un hombre que realizó una gestión comprometida, liderando grandes avances para el concejo y mostrándose antes como leal vecino que como gestor o político.
La política en los pueblos, donde no existe el anonimato, exige transparencia total en lo personal y en lo público. Es por ello que de Eloy se recuerda con gratitud su compromiso con la calidad de vida y el progreso de nuestros pueblos, pero también con esos valores que lo calificaron como vecino intachable y que hicieron su verdadera política o de su política algo verdadero: su carácter afable y tranquilo, su capacidad de escucha y de diálogo o el anteponer el bien común sobre cualquier interés personal. Se trataba de un hombre intuitivo, con visión, que sin contar con estudios tenía una capacidad nata y gran habilidad para dar respuesta a los problemas que planteaba el medio, buscando soluciones eficaces y acertadas, lógicas y justas. Un hombre elegante en formas, gran persona, campechano y siempre dispuesto a hacer el bien.
En un municipio eminentemente rural, nadie mejor que un ganadero o agricultor para entender la realidad de partida, para velar por el sector primario y para conseguir para la vida del campo, aquellos avances que permitirían que Coaña fuera un lugar de primera. Así, como gran convencido de las posibilidades del medio rural, Eloy nunca abandonó su modo de vida, su ganadería y sus campos.
La etapa política de Eloy (1968-1979) es recordada por la lucha concienzuda y entregada por llevar el agua a los hogares: la traída del agua a los pueblos del concejo fue una realidad alcanzada a base de grandes esfuerzos y negociaciones vecinales. Su empeño en mejorar las comunicaciones a través de carreteras, por llevar a cabo las tan necesarias concentraciones parcelarias, por hacer realidad la construcción del nuevo Ayuntamiento, por estar dispuesto a defender que el Hospital comarcal encontrase en Jarrio su emplazamiento ideal. Su mandato también fue el que hizo realidad contar con un colegio público que daría cabida a los escolares de todo el municipio y que llevaría el nombre que tiene en la actualidad: Darío Freán.
Eloy también luchó con convencimiento porque el enclave forestal del Pico de Jarrio tuviese la titularidad municipal, siendo en la actualidad un escenario perfecto de uso público para disfrutar de las vistas, del paisaje, la naturaleza o la práctica deportiva.
El 25 de junio de este año fallecía una de esas personas que la historia de Coaña no debe olvidar, un gran vecino, un coañés convencido. Su historia es la historia de un intachable gestor, de un entregado ganadero, de un perfecto vecino y de un admirado marido y padre al que su esposa Lourdes y sus hijos Jorge, Noelia y Patricia recuerdan con un cariño especial y con la gratitud de quien ha sido también un perfecto capitán de su hogar.
A ellos, a una familia que ha heredado la cordialidad, la elegancia y la bondad de una gran persona, sirvan estas palabras como ánimo, como aliento y como abrazo para sobrellevar una despedida tan cercana y el vacío que deja alguien tan especial.
D.E.P. Eloy, ¡Gracias siempre!