No hay domicilio en el Noroccidente en el que no se haya recibido una carta remitida por el hospital de Jarrio para anular o retrasar una consulta, la realización de una prueba diagnóstica o una intervención quirúrgica. Este centro sanitario, el de referencia para los 17 concejos que integramos el Área Sanitaria I desde hace 40 años, es desde hace tiempo la principal preocupación de los vecinos y regidores que seguimos viviendo y creyendo en esta comarca.
La carencia de profesionales en varias de las 17 especialidades con que cuenta Jarrio ocasiona unas largas e insoportables esperas para ser atendidos en primera consulta, listas de pacientes que crecen mes a mes y que incumplen, flagrantemente, el decreto de tiempos máximos de espera del propio gobierno regional. En algunas especialidades se está citando a pacientes para mediados de 2024 e incluso para 2025. Las citas para acudir a revisión sufren retrasos aún mayores que la espera para las primeras consultas. Jarrio, lamentablemente, también ostenta otros récords negativos, como el de situarse a la cabeza de todos los hospitales en la espera para la realización de algunas pruebas diagnósticas, como es el caso de las colonoscopias.
Los pacientes del Noroccidente estamos siendo derivados de nuevo a hospitales de Oviedo y Avilés para asistir a primeras consultas (por ejemplo, dermatología) o para ser atendidos en urgencias (otorrinolaringología y oftalmología). ¿Se imaginan los perjuicios de tiempo, familiares y económicos que, por ejemplo, supone esto para un vecino de Grandas de Salime, separado por casi tres horas de viaje del HUCA? ¿Resulta aceptable tardar tres horas en llegar a un servicio de Urgencias sólo por el mero hecho de vivir en los Oscos?
En el Occidente seguimos a la espera de que se cumpla el compromiso adquirido con la mejora de nuestras infraestructuras sanitarias. Una inversión superior a 21 millones de euros a realizar en hospital, consultorios y centros de salud (Boal, Tapia, Navia, Castropol, etc.) antes de 2023, de la que nunca más se supo.
A esta situación se suma la incertidumbre que plantea la fusión sanitaria con el área sanitaria con cabecera en el hospital San Agustín de Avilés, anunciada "por entregas" desde agosto y deliberadamente ocultada a los vecinos en la campaña electoral del pasado mes de mayo.
Pasados ya tres meses, no se ha aportado información alguna sobre su alcance y consecuencias. Únicamente se ha intentado suavizar alegando que será solo "administrativa", aunque ello entre en contradicción con los dos únicos argumentos aportados hasta la fecha en su defensa: Que la población ha descendido en nuestra comarca y que las comunicaciones han mejorado (no se referirán a la AS-12, la AS-35 o la AS-36). Estos débiles e inconsistentes argumentos poco parecen tener que ver con una reorganización administrativa y, más bien, parecen apuntar a una fusión de mayor calado.
Las fusiones sanitarias ya se han intentado en otras comunidades, con poco éxito. Es el caso de Andalucía, donde, además de demostrarse un caos para los pacientes y profesionales, fueron tumbadas por las decenas de miles de manifestantes que tomaron las calles y por las sentencias de los tribunales. Buen conocedor de ello es el nuevo gerente del SESPA, obligado a dimitir de su condición de Consejero de Salud de la comunidad andaluza como principal responsable de ellas. En lugar de enredar con fusiones sanitarias, lo que necesita el occidente son políticas que garanticen una correcta dotación de profesionales a la red de atención primaria y hospitalaria en la comarca; ejemplos para hacerlo se pueden encontrar en otras regiones, como en las Islas Baleares, donde se han habilitado los recursos necesarios para atender situaciones similares a las de nuestra comarca.
Como alcaldes y alcaldesas de concejos del Noroccidente, el presente y el futuro de Jarrio y de la red de Atención Primaria nos quita el sueño, al igual que al resto de vecinos y a los profesionales sanitarios y no sanitarios que dan lo mejor de sí para cuidar de nuestra salud. Por ello, apelamos a todos los regidores y vecinos del Noroccidente a emprender una lucha conjunta por nuestro hospital y por toda la red de atención primaria y, en definitiva, por nuestra tierra. No den otro motivo más para que nuestra población salga despavorida hacia el centro de la región. Sin hospital prestando las especialidades básicas, no hay Occidente.