Jesús Cintora será el encargado de protagonizar la tercera entrega de 'En la Caja', que se emitirá este miércoles 24 de junio en Cuatro. El periodista recabará los testimonios de varios afectados por la venta de vivienda pública a "fondos buitre". Además se pondrá en contacto con los representantes en España de Blackstone, uno de los mayores fondos de inversión del mundo.

Desahucios, situaciones de desamparo e injusticia social son algunas de las circunstancias derivadas de una de las prácticas más controvertidas de algunas instituciones públicas para sanear sus cuentas: la venta de su parqué de casas de protección oficial a entidades financieras conocidas como "fondos buitre".

El periodista de Cuatro saldrá de su caja para conocer a un joven víctima de un grave problema económico: la vivienda de protección oficial que le fue concedida por la Comunidad de Madrid ha sido vendida a un 'fondo buitre' que no reconoce su derecho a compra y le quiere desahuciar. Ante este caso, Jesús Cintora buscará respuestas.

"¿Qué nos está ocurriendo para que los Gobiernos que hemos tenido de uno y otro color no hayan solucionado este problema de los desahucios? ¿Verdaderamente no lo han hecho porque no saben o porque no pueden, porque manda el poder financiero por encima del poder político?", se pregunta el periodista.

Lo que encuentra no le deja impasible. Tanto el Ayuntamiento como la Comunidad de Madrid decidieron sanear sus cuentas poniendo a la venta pisos sociales, casi 5.000 viviendas, con inquilinos dentro. Pero las víctimas de este lucrativo negocio tienen cada vez situaciones más desesperadas.

Jesús Cintora también descubrirá que muchos barrios y ciudades españolas han visto cómo estos fondos de inversión han hecho negocio invirtiendo muy poco dinero. El periodista mantendrá una conversación con el representante legal de Blackstone, uno de los fondos de inversión más poderosos del mundo.

Las acciones de los 'fondos buitre' no acaban en la compra de pisos de protección social, también adquieren créditos hipotecarios. Las técnicas de recobro son tan agresivas que muchos de los testimonios aseguran pasar un auténtico calvario de persecución telefónica que les ha llegado a crear episodios de ansiedad y depresión.