El domingo se emitió un ‘Imprescindibles’ dedicado a Antonio Muñoz Molina. Sin voz en off. A base de diálogo y confesiones. Sutilísimo de principio a fin. Hasta ahí nada reprochable, si no fuera porque esta entrega ya la habíamos visto en octubre de 2015, y desde entonces permanece a golpe de click en la web de la casa.

Ese mismo domingo el filósofo y dramaturgo Juan Mayorga tomó posesión de su silla en la Real Academia de la Lengua. Un «enfermo de teatro», como se autocalificó, en cuyo discurso apuntó algunas ideas que bien podría suscribirJuan José Millás, cuando confesaba que lo que realmente le importaba era lo que podían hacerlas personas con las palabras y las palabras con las personas. Juan Mayorga pronunció su discurso en la Academia pero no tuvo un Imprescindibles que echarse a la boca, puesto que a pesar de que su nombramiento se conoció hace mucho tiempo, no había ningún equipo preparando un reportaje dedicado a su figura. De ahí mis reservas a la hora de celebrar el Premio Nacional de Televisión que le han concedido a ‘Imprescindibles’.

Por supuesto que lo merece. Pero a mi juicio su ritmo de producción es insuficiente. ¿Qué menos que un estreno semanal durante la temporada desde octubre a mayo? Hace un par de semanas emitieron el dedicado a Camilo Sesto, que acabábamos de verla pasada Navidad.

Las televisiones privadas jamás van a hacer un programa como Imprescindibles. Jamás. Por lo que es responsabilidad de la televisión pública llevar a cabo esta función. Para eso existe. No para producir ‘MasterChef’ ni ‘TVemos’.

Se podría llamar perfiles,retratos, autorretratos,’ eso es lo de menos. Pero Analía Gadé, Diego Galán, Emma Cohen o Álvaro de Luna deberían habertenido su programa. Y, cómo no, Mayorga en su día grande.