Los miembros de la Academia del Cine Español cuyos votos sirven para repartir anualmente los Premios Goya componen un grupo que actualmente suma más de 2000 personas y en el que, obviamente, hay representadas muchas edades, ciudades de origen, orientaciones sexuales, grados de compromiso social y opiniones sobre los ingredientes necesarios tanto en un potaje de lentejas como, por supuesto, en una buena película. Y tanta diversidad significa que predecir adónde irá a parar el premio a la Mejor Película al final de la ceremonia del próximo 10 de febrero entraña más riesgo del que aquí nos atrevemos a asumir. Este repaso se conforma con imaginar los criterios, y los argumentos a favor y en contra de cada uno de los títulos nominados en esa categoría, que los habrán guiado hacia la toma de su decisión.

'20.000 especies de abejas'

Basándonos tan solo en las apariencias, cabría considerar el primer largometraje de Estíbaliz Urresola como la cenicienta del grupo. Es la aspirante a priori menos llamativa porque, a diferencia del resto, no incluye intérpretes inmediatamente reconocibles para el gran público en su reparto ni está inspirada en modelos históricos o literarios de cuya fama previa beneficiarse; y el nombre de su directora, además, carece de la capacidad de los de sus rivales para influir por sí solo en la decisión de los académicos. Pero pese a ello, y más allá de sus valores cinematográficos, tiene un potencial extraordinario para ponérselos de su parte tanto por la relevancia del asunto que aborda-cuenta la historia de una niña trans- como porque defiende el tipo de valores progresistas que quienes reparten premios suelen sentirse orgullosos de abanderar. Y, ya que hablamos de premios, recordemos que ‘20.000 especies de abejas’ obtuvo varios hace un año en la Berlinale y que después ha ido ganándolos a puñados sucesivamente en el Festival de Málaga y en las galas de los Forqué y los Feroz. ¿La cenicienta del grupo? Más bien la favorita.

'La sociedad de la nieve'

Cuando se anunció su nominación al Oscar en dos categorías, quienes eligen a los ganadores de los Goya ya habían hecho sus votaciones finales, por lo que de ningún modo pudieron verse influenciados por ello. En cualquier caso, hasta entonces dispuso de varios argumentos a su favor con los que convencerles: primero, está basada en una historia real absolutamente fascinante: la de quienes murieron a causa del accidente aéreo que tuvo lugar en los Andes a finales de 1972, y la de quienes recurrieron a la necrofilia para sobrevivir; segundo, ha cosechado críticas avasalladoramente positivas -¿cuántos de los votantes, eso sí, las habrán leído?-; tercero, resulta igual de persuasiva mezclando espectáculo y sentimentalismo que el cine anterior de su director, J A. Bayona. De todos modos, para valorar sus posibilidades de victoria cara a la noche del 10 de febrero no está de más tirar de estadística: tres de los cuatro largometrajes previos del barcelonés se hincharon a ganar Goyas: ‘El orfanato’ (2007) obtuvo siete, ‘Lo imposible’ (2012) se llevó cinco y ‘Un monstruo viene a verme’ (2016) ganó nueve. Y todos ellos, tomen nota, se fueron de vacío en la categoría de Mejor Película. 

'Un amor'

Está basada en uno de los grandes fenómenos de la literatura española de los últimos años, la novela homónima de Sara Mesa, y es posible que la aureola de prestigio que la envuelve desde incluso antes de su estreno por ese motivo la haya ayudado cara a las votaciones. Y aún más útil en ese sentido habrá resultado ser la astucia de su directora, Isabel Coixet, a la hora de llevarse el libro a su propio terreno para dotar la película del tipo de dramatismo capaz de conmover a espectadores y académicos, y del que la historia original huye deliberadamente. Es necesario recordar que, entre todos los directores de esta lista, solo Coixet tiene ya en su haber dos largometrajes ganadores del Goya a la Mejor Película, ‘La vida secreta de las palabras’ (2005) y ‘La librería’ (2017), y ese palmarés invita a dos reflexiones contrapuestas: la primera es que parece evidente que a la Academia le gusta el cine de la catalana; la segunda es que, en vista de las recompensas que le han otorgado en el pasado, quizá en esta ocasión sus miembros hayan optado por dirigir sus preferencias hacia otro lado. 

'Saben aquell'

Rememora los primeros años de carrera del humorista catalán Eugenio, y eso significa que posee varias características de eficacia probada a la hora de seducir a quienes se encargan de otorgar premios, se llamen estos Goya, Oscar o Mari Puri. En primer lugar, recrea la vida de una figura histórica excepcionalmente icónica y que conecta de inmediato con el imaginario colectivo. En segundo lugar, está ambientada en el mundo del espectáculo, y retrata la lucha de un artista en su camino hacia el éxito; todos los académicos pasaron por algo parecido. Por último, y aunque sea por omisión, tiene vocación de tragedia, porque todos conocemos lo que le ocurrió a Eugenio durante los años de su vida que la película no cubre. A modo de curiosidad, cabe recordar que la última ficción del director David Trueba antes que esta que combinó la recreación del pasado de España con alusiones a referentes de la cultura pop fue ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ (2013), ni más ni menos que la gran triunfadora en la edición de los Goya de hace diez años.

‘Cerrar los ojos'

Para hablar de su presencia en esta lista es necesario mencionar un dato a primera vista chocante: su director, Víctor Erice, es una leyenda viva de nuestro cine cuyo primer largometraje, ‘El espíritu de la colmena’ (1973), es frecuentemente mencionado incluido entre las mejores películas de todo el mundo y todos los tiempos, pero también es el único cineasta mencionado en este repaso que hasta este año ni siquiera había sido nominado a un Goya. Y aunque es cierto que ‘Cerrar los ojos’ es solo el segundo largo que el vizcaíno ha estrenado desde que estos premos celebraron su primera edición en 1987 -sus razones tendrían los votantes que en su día ignoraron ‘El sol del membrillo’ (1992)-, es perfectamente posible que los académicos hayan decidido que ya es hora de rendirle el homenaje que merece, especialmente considerando que la nueva película, deliberadamente o no, tiene maneras testamentarias. Con ella, además, Erice rinde tributo al poder del cine mismo, a la capacidad que las ficciones proyectadas sobre una pantalla grande tienen para hacérnoslo entender todo y congelar el tiempo. ¿Y qué votante de este premio no se sentiría conmovido por una idea como esa?