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Crítica de cine

"La maldición del Lake Manor": El nido del horror

Maldición

Menos mal: una película de terror que no produce vergüenza ajena. Que no echa mano cada dos por tres del catálogo de sustos baratos. Que respeta la inteligencia del espectador y le invita a disfrutar de un mal rato sin soluciones facilonas, dejando que la inquietud se vaya fraguando a fuego lento. Sin sobresaltos. No estamos ante una obra mayor del género pero sí ante un título que maneja sus armas con soltura, destreza y habilidad. La originalidad, a estas alturas, exige genios, y De Feo no lo es pero muestra en su primer largo una convicción notable para coser retales de otras películas y darles un aspecto lustroso y bien rematado. Lo hace sin acelerar casi nunca el ritmo, nada de trucos y pocas tracas. Incluso renuncia al final sorpresa porque pronto es evidente lo que va a pasar. De hecho, el desenlace es lo más flojo. Su apuesta por lo oscuro está clara: atmósferas góticas, sombras peligrosas, la oscuridad como reina de la función, paredes que hablan de miedos y maldiciones. Entre medias, retazos de un aprendizaje vital, un periplo iniciático que encuentra en los ambientes lúgubres el mejor fertilizante.

La maldición de Lake Manor, desdichado título español para The Nest (El nido) tiene un amplio surtido de modelos en los que reflejarse, desde Los inocentes (Jack Clayton) hasta Los otros (Amenábar) pasando por El bosque (Shyamalan). Y más. En sus entrañas crece la hiedra de distintas clases de amor, puro o tóxico, con sectas venenosas y madres devotas que meten miedo con la mirada.

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