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Películas

'Los ojos de Tammy Faye': un maquillaje a cambio de otro

Un 'biopic' de la telepredicadora evangelista Tammy Faye Bakker más ocupado en derrochar amor por su protagonista y absolverla de toda culpa que en dotarla de complejidad

Jessica Chastain, caracterizada como Tammy Faye Bakker.

'Los ojos de Tammy Faye'

Dirección  Michael Showalter

Intérpretes Jessica Chastain, Andrew Garfield, Vincent D'Onofrio, Cherry Jones

Estreno 3 de febrero de 2022

★★ 


Al lado de su marido, la telepredicadora evangelista Tammy Faye Bakker erigió un negocio multimillonario que luego se derrumbó a causa de varios escándalos sexuales y crímenes financieros, y entretanto la opinión pública la convirtió en hazmerreír por su abuso del maquillaje barato, sus grotescas elecciones de vestuario, su voz estridente y el hortera estilo de vida de la pareja. El objetivo de este 'biopic', en todo caso -al menos su objetivo prioritario-, no es estirar el chiste. Aunque por momentos subraya de forma más bien obvia las idiosincrasias de Tammy Faye con fines cómicos, la película sobre todo aspira a humanizar a su protagonista y restaurar su dignidad, e incluso a reivindicar el espíritu humanitario, progresista e independiente con el que se enfrentó a su marido y al patriarcado religioso.Sin embargo, no da muestras de disponer de mejores medios para hacerlo que hacer pendular su historia entre el melodrama más afectado y la pantomima boba.

Basada en un documental homónimo estrenado en 2000, ‘Los ojos de Tammy Faye’ funciona ante todo como escaparate para Jessica Chastain -también productora de la película-, que avanza por su metraje cubierta de capas cada vez más gruesas de potingues y látex y nos convence tanto de las inseguridades del personaje acerca de su propia apariencia como de su necesidad permanente de actuar. Pese a ello, mientras pasea a Tammy Faye entre sucesivas situaciones de confusión y ansiedad, el director Michael Showalter ofrece un retrato descaradamente reduccionista de su psicología.

En efecto, aunque por un lado la película quiere caracterizarla como una mujer resoluta y autoconsciente, por el otro abandona todo sentido de la lógica con el fin de intentar persuadirnos de que su único defecto no fue la codicia sino la credulidad -en otras palabras, uno de esos defectos que en realidad no son tal cosa-; asume que es perfectamente verosímil que ella no estuviera al corriente del fraude orquestado por su marido, y que nunca cuestionara el verdadero origen del dinero que gastaba a espuertas. Como consecuencia, no logra convertirla en un personaje coherente y tampoco en uno de interés, y a ello contribuye la falta de inventiva estilística que evidencia mientras reduce décadas de vida a algo tan esquemático y anodino como una entrada de la Wikipedia. Es una película más ocupada en derrochar amor por su protagonista y absolverla de toda culpa que en dotarla de complejidad; no desmonta la imagen pública que en su día se creó alrededor de Tammy Faye con el fin de conocer al verdadero ser humano oculto tras ella, sino para fabricarle una imagen nueva. 

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