Conocer una cultura es sinónimo de degustarla a través de su gastronomía, y eso tienen en mente aquellos que nos visitan. Según una encuesta de Turespaña, un 12 % de los 60 millones de turistas que vienen cada año a España lo hacen por la gastronomía. Así pues, veamos: ¿cuáles son los platos típicos españoles por los que suspiran los extranjeros?.

Jamón, paella, tortilla

El jamón serrano, la paella y la tortilla de patata conforman la tríada que se sitúa en el Top 3 de preferencias de cualquier turista extranjero —y autóctono, ¿por qué no?— que se precie. El jamón puede ser de Salamanca, Teruel, Extremadura o Huelva, ya que el turista no suele distinguir entre denominaciones de origen y tipologías como bellota, cebo o recebo. Ya sea como entrante o como tapa, es uno de los platos más codiciados por los extranjeros, y el más difícil de conseguir en sus países de origen.

En el caso de la paella, para un extranjero será cualquier plato español que lleve arroz. Craso error. Lo cierto es que si buscan una paella canónica, la receta original valenciana incluye conejo, pollo, arroz bomba de grano redondo, judías verdes, garrofó, tomate, azafrán y pimentón. Por supuesto, existen variedades que incluyen marisco, pescado u otras verduras. Además, también puede variar el tipo de arroz y de cocción, dando lugar a los arroces melosos o caldosos. Por su parte, la tortilla es el plato perfecto por su versatilidad: entera, en formato ración o en tapa, en pincho, en bocadillo completo o en una pulga. Una vez superada la cuestión de si se está a favor o en contra de la cebolla, la tortilla se convierte en uno de los grandes referentes de la gastronomía española de todos los tiempos, y especialmente para los extranjeros. Huevos, patatas, cebolla, aceite de oliva y sal son más que suficientes para elaborarla.

Las tapas

Muchos son los turistas que tardan en darse cuenta de que el concepto de tapa hace referencia a la forma de degustar un plato —en pequeñas porciones—, y no a su contenido. Las dudas se despejan en cuanto pisan cualquier bar de nuestro país, en el que una lista de tapas escrita en una pizarra les abre los ojos ante un mundo de posibilidades culinarias. El jamón o la tortilla, de los que antes hablábamos, suelen ser protagonistas en este ámbito, pero, sin duda, las croquetas y patatas bravas son las preferidas por los turistas. Y es que, aunque este último es un plato de elaboración sencilla, son varios los factores que las convierten en espectaculares.

Patatas naturales —no congeladas— y una buena salsa casera ligeramente picante hacen que este bocado sea el acompañante perfecto de cualquier bebida. Aunque si de bebidas se trata, la sangría no puede faltar en una experiencia gastronómica española para extranjeros. Esta bebida alcohólica se elabora con vino tinto, gaseosa, trozos de fruta —naranja, manzana...— y azúcar. Si bien cumple las características para ser un cóctel, si popularidad la ha convertido en una bebida que trasciende etiquetas.

El chocolate con churros

Su origen hay que buscarlo en Madrid, en algún momento del siglo XIX. Los churros —o su variante más castiza, las porras— encontraron su acompañante perfecto en una taza de chocolate caliente. Ya sea como desayuno o merienda, es todo un placer llevar a cabo el ritual de tomarse un buen chocolate con churros. Los turistas pronto se quedan con la fórmula: espolvorear azúcar sobre el plato de churros y mojarlos uno a uno en el chocolate. La combinación perfecta para esos días de frío y lluvia.

¿Qué no se atreven a probar los turistas extranjeros?

Aunque hay platos que están en el imaginario gastronómico español de cualquier extranjero, hay otros que se salen de la lista por su rareza. Es el caso del pulpo, ese plato tan codiciado en tierras gallegas, aunque son muchos los que tienen reticencias a degustarlo debido a la similitud que encuentran entre los tentáculos del cefalópodo y las patas de una araña. Sin dejar de hablar de gastronomía gallega, los percebes son otro de esos platos que un turista extranjero mirará con recelo, debido a su extraña apariencia.

Por otro lado, se encuentran todos aquellos platos elaborados con casquería, tan propios de algunas regiones del interior de España. Nos referimos a los sesos, los zarajos de Cuenca, los callos o las criadillas, entre otras auténticas delicatessen de nuestra tierra. En cualquier caso, lo cierto es que la gastronomía española tienen una amplia variedad de platos que hacen que a los extranjeros se les haga la boca agua nada más llegar. ¡Y no es para menos!.