¿Eres amante del café? ¿Te encantan los flanes? Pues aquí tienes el postre ideal: el flan de café. Una combinación perfecta de estos dos elementos, con un sabor y una textura que no dejarán indiferente a nadie.

Se trata de una receta muy sencilla a la vez que rápida a la que recurrir en esas ocasiones en las que tienes visita sorpresa o comidas familiares. No necesita cocción, pues no lleva huevos, y una ventaja que tiene respecto al resto de postres es que no requiere de horno, olla y/o microondas.

Por ello, cuando quieras lucirte tanto por la presentación como por el sabor del postre, no dudes en preparar este flan. Además, puedes ajustar a tu gusto el punto de sabor a café. Si lo quieres intenso y fuerte, lo único que tienes que hacer es prescindir de la leche. Si, por el contrario, lo prefieres suave, utiliza menos café y más leche. Lo mismo ocurre con el dulzor, basta con sumar o restar azúcar a la cantidad indicada en la receta.

Ingredientes

  • 150 ml de café
  • 500 ml de leche
  • 500 ml de nata (crema de leche o crema para batir)
  • 100 g de azúcar
  • 20 g de gelatina en polvo
  • 100 ml de agua

Elaboración

Para empezar, prepara el caramelo. Coloca en un cazo el azúcar y añade 3 o 4 cucharadas de agua. Hay que agregar agua suficiente para mojar todo el azúcar. Enciende el fuego y deja que se empiece a dorar con cuidado de que no se queme. Cuando tenga el color dorado que te guste, viértelo en el molde. Si lo prefieres, puede saltarte este paso usando caramelo líquido comprado en el super.

Ahora, hay que hidratar la gelatina. Coloca la gelatina en un recipiente y añade 100 mililitros de agua. Remueve y déjala en reposo hasta que se hidrate. Mientras tanto, vierte la leche en un cazo, añade el azúcar y calienta hasta que empiece a hervir. Retira del fuego, añade la gelatina hidratada y revuélvela hasta que se disuelva.

Coloca la leche con la gelatina y el azúcar en un recipiente. Añade el café y, por último, la nata. Remueve todo bien y vierte la mezcla al molde que previamente has caramelizado. Introdúcelo en el frigorífico y deja que se enfríe por completo.

Una vez frío, despega el borde con cuidado con un cuchillo y mueve el molde para que se despegue el flan. Para desmoldarlo, coloca la bandeja encima y, con decisión, dale la vuelta con mucho cuidado para que no se derrame el caramelo. Ya lo tienes listo para servir, acompañado de frutos secos o de hojas de menta si así lo deseas.