Universo líquido

El brindis de Berria copa a copa en la Puerta de Alcalá

La bodega atesora cerca de 3.000 referencias distintas de vino, incluyendo añadas míticas y etiquetas casi imposibles de encontrar

Terra de Berria frente a la Puerta de Alcalá.

Terra de Berria frente a la Puerta de Alcalá.

Natalia Vaquero

"No hace falta saber de vino para disfrutarlo". La frase, casi un mantra liberador, resuena con especial fuerza bajo los soportales que custodian uno de los rincones más icónicos de Madrid. Allí, con la imponente Puerta de Alcalá como testigo privilegiado y el verdor del Retiro desplegándose enfrente, Berria Wine Bar es toda una declaración de intenciones. Un proyecto que nació con la audaz misión de despojar al vino de esa pátina de exclusividad y lenguaje críptico que, durante demasiado tiempo, lo convirtió en un coto casi privado para eruditos. Berria es la antítesis de la intimidación enológica; es una invitación abierta y franca a explorar un universo líquido sin necesidad de credenciales previas, solo con la curiosidad como brújula.

'A Puerta Abierta': la terraza como pasaporte

En esa privilegiada atalaya urbana que es su terraza –un espacio codiciado y perfectamente acondicionado para desafiar al calendario–, Berria despliega ahora una iniciativa singularmente seductora: ‘A Puerta Abierta’, una propuesta diseñada para tentar a neófitos y aficionados por igual, para romper la barrera psicológica que a veces supone enfrentarse a una carta kilométrica de vinos o al compromiso de una botella entera. 

Disponible exclusivamente en este lienzo urbano con vistas monumentales, ‘A Puerta Abierta’ articula un fascinante viaje por el mundo del vino a través de recorridos temáticos que rotan mensualmente. Cada ruta consta de tres o cuatro copas cuidadosamente seleccionadas, permitiendo al visitante navegar por estilos, terruños y variedades sin más equipaje que las ganas de descubrir.

Los itinerarios son toda una tentación. El viaje 'Blancos de España' propone una inmersión en la frescura y diversidad patria con paradas en el Godello vibrante de Doña Blanca, el carácter volcánico del Listán Blanco y Palomino canario de Benje, y la elegancia atlántica del Albariño de Zárate. 

Para paladares que buscan emociones fuertes, la selección ‘Grandes Vinos’ es una constelación de etiquetas excepcionales: desde la profundidad de un Palo Cortado jerezano hasta la estructura tánica de un Priorat de Costers del Siurana, pasando por la opulencia controlada de un referente toscano como Le Volte dell' Ornellaia y culminando con la dulzura compleja de un Tokaj de cosecha tardía de Oremus. 

Y para los amantes de la efervescencia, la ruta ‘Espumosos’ es un despliegue de burbujas con pedigrí, incluyendo desde un Blanc de Blancs de Raventós i Blanc hasta la sofisticación de un Champagne de Egly-Ouriet, pasando por un Cava Rosé Gran Reserva y un Cremant de Bourgogne.

Para que la experiencia sea redonda, cada ruta puede maridarse con tres fórmulas de tapas y raciones pensadas ad hoc, bocados que son un reflejo de la cuidada propuesta gastronómica de la casa: desde la sencillez elevada de una patata chip con anchoa y velo ibérico, hasta la contundencia elegante de un 'steak tartar' o la delicadeza de una ostra francesa con 'brioche' de papada y caviar.

Un universo líquido guiado por navegantes expertos

Berria es, en esencia, un templo erigido al vino, pero uno sin dogmas ni barreras infranqueables. Su bodega es un auténtico arsenal líquido, un tesoro que custodia cerca de 3.000 referencias distintas, incluyendo añadas míticas y etiquetas casi imposibles de encontrar. De ese universo, un centenar de vinos rotan constantemente por copas. 

Este cosmos vinícola se puede explorar en dos ambientes diferenciados: el interior, cálido y elegante, propicio para la charla reposada y la cata concentrada; y la terraza, donde el vino se disfruta al aire libre, con la cadencia de la ciudad como banda sonora. Pero lo que realmente define el alma de Berria, más allá de su impresionante inventario o su ubicación estelar, es su equipo humano. 

El sumiller Daniel Teruel no es un mero dispensador de vino; es un consejero cómplice que escucha, interpreta y explica con pasión cada trago. 

Aquí, tanto el que busca ser sorprendido como el que prefiere aferrarse a lo conocido encuentran su lugar: una puerta, la de Alcalá y la de Berria, abierta de par en par al disfrute.

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