Ayer, se estrenó en Netflix el show “Gofre + Mochi”, una serie infantil que cuenta con invitados muy especiales, entre los que se encuentra la estrella culinaria José Andrés. El cocinero asturiano convierte los fogones de su acogedor hogar en Washington D. C (Estados Unidos) en un set de rodaje, colándose en una de las producciones de la gran distribuidora.

La serie utiliza la fórmula de Barrio Sésamo y la aplica al mundo culinario. La mismísima Michelle Obama, con la que Andrés mantiene una cordial relación de amistad en la vida real, sirve de hilo conductor de la serie y colabora como la una vecina entrañable de Nueva York. La ex-primera dama de Estados Unidos, apodada como “Mrs. O” trabaja en un supermercado en el que conoce a las estrellas del programa, dos pequeñas marionetas llamadas “Gofre” y “Mochi”. El primero es una criatura medio gofre, medio yeti y su amigo “Mochi”, es un ser que simula el pastel japonés homónimo. Mrs. O ayuda a sus dos queridos amigos a cumplir su sueño: convertirse en chefs. Ambos recurren al conocimiento de José Andrés en varias ocasiones para cumplir su objetivo.

Mientras Andrés ayuda a los simpáticos protagonistas, comparte aspectos de su vida, como la receta de gazpacho de su mujer Patricia, mostrando una vena más personal. En el último episodio, el cocinero enseña a preparar un plato típico puertorriqueño, sancocho, mientras narra su experiencia en el país. Como bien explica en el episodio, un gran huracán devastó Puerto Rico, y él y su organización “World Central Kitchen” acudieron al rescate. Tras el desastre, Andrés pidió a sus amigos cocineros que “se uniesen a él” para ayudar y dar de comer a todas esas personas “que estaban sufriendo”.

En diez dinámicos episodios de veinte minutos, los protagonistas viajan por el mundo, descubriéndolo a través de sus variados sabores. Desde granjas hasta restaurantes o cocinas personales, las marionetas aprenden a preparar recetas con productos de cada zona que exploran, como Perú, Japón o hasta Oakland, en Estados Unidos. La serie pretende educar a los más pequeños en valores nutricionales, y al mismo tiempo, dar visibilidad a la diversidad culinaria del mundo.